Si los 300 inmigrantes del 15 de marzo de 1878 fueron los primeros, Rudy de Tina asegura que es el último, pero el latiguillo le sirve para señalar la conexión entre aquellos y allá con el presente. Es que es otro inmigrante friulano, pero uno del siglo XXI que quiere ser vínculo entre pasado y presente.
Llegó a un acuerdo con la familia Nanini, propietaria de la bodega del mismo nombre, para reformar lo que fue la casa de Marcelino Nanini y transformarla en un restaurante, con un generoso patio donde realizar actividades al aire libre. Y donde degustar de una carta plagada de recetas friulanas. Así, por ejemplo, nos podemos topar con Cjarsons, Tagliatelle, Gnocchi, y Lubianska, o comer de postre un Salam dal re, entre otros platos.
El martes por la noche, Rudy convocó a numerosos amigos, familiares, y funcionarios para hacer la inauguración oficial del espacio ubicado sobre la calle 30 norte al 505.
“Arreglé -añadió Rudy- la casa de Don Marcelino con la idea de trabajar junto con la familia Nanini para el éxito de ambos. Hasta ahora, y por lo que sé, soy el último inmigrante friulano, y sigo tratando de mantener alto el nivel que supieron conseguir quienes me antecedieron porque lograron transformar una colonia como Caroya que es hermosa y mantiene vivo el espíritu del Friuli.
Pariente de los Mizzau de Jesús María, Rudy llegó hace unos años de visita y tuvo dudas respecto de si se iba a quedar o volverse a sus pagos. Obviamente, la inauguración del emprendimiento explica qué decisión tomó y cómo abrazó lo que encontró en la zona hasta sentirse como en su casa.
“Vamos a trabajar con una carta que irá cambiando con el tiempo porque, de verdad, recetas hay tantísimas y no queremos aburrir al cliente siempre con los mismos platos. Seguramente, vamos a sorprenderlos”, finalizó Rudy.
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