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Condiciones para el largo plazo

Los procesos inflacionarios atentan contra la programación a largo plazo porque una de las condiciones es garantizar cierta estabilidad a lo largo del tiempo.

Una queja constante de nuestras comunidades es que muy poco se programa a largo plazo. Se habla de políticas de Estado que siempre están sujetas a la emergencia cuando no a la urgencia.
Hay una reacción del Estado ante el meteoro, ante la inundación, ante lo fortuito, pero no siempre se trata de una reacción ante lo imprevisto sino que muchas veces es producto de la falta de ejecución de obras de infraestructura.
Sin ir más lejos, en Jesús María se construyeron tres puentes en menos de cuatro años. Dos de ellos porque fueron arrastrados por una furiosa creciente.  Y porque fueron arrastrados por una furiosa impericia de no controlar la estabilidad de sus bases.
En esas tres obras, a precios más o menos actualizados, el gobierno nacional y el provincial terminarán invirtiendo alrededor de 30 millones de pesos. Si la mitad de ese dinero se hubiese destinado a construir azudes niveladores que le permitan al río evitar que se siga socavando y profundizando su cauce, probablemente no tendríamos que haber construido ninguno y los 15 millones restantes se podrían haber utilizado para otras obras de infraestructura tan necesarias como un dichoso puente.
Lejos de la queja sobre la reacción política ante la emergencia de la naturaleza, lo cierto es que es posible programar en el largo plazo, independientemente de las variables de la economía que no pueden manejar los vecinos.
Y si bien es cierto que en procesos inflacionarios es difícil establecer cifras, no menos cierto es que esas cifras pueden transformarse en porcentajes. Decir, por ejemplo, que se utilizará un 2,5 por ciento del presupuesto para obras de infraestructura a largo plazo. Después de todo, un presupuesto no es una regla fija e inamovible, según han demostrado la mayoría de las administraciones centrales que envían a las legislaturas proyectos que son aprobados por el oficialismo y que ni siquiera se cumplen, pese al aval de los del mismo palo.
En el largo plazo, es imprescindible programar el cuidado de las cuencas hidrográficas, la manutención del bosque nativo, la búsqueda de proyectos sustentables en las actividades urbanas, la promoción de hábitos ecológicos, la protección del patrimonio histórico y arquitectónico, la conservación sin contaminación de las napas subterráneas, la selección doméstica de los residuos en húmedos y secos.
Y es una lista caprichosa a la que cada vecino le añadirá las que considere más convenientes, siempre teniendo en cuenta que en el centro de todo debe estar un ser humano integrado a su ambiente diverso y que ese ser humano tiene derecho a su salud psicofísica. Solamente, hay que comenzar a pensar en qué cosas queremos para el largo plazo que es necesario programar.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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