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¿Cómo lograr credibilidad?

Sin dudas, una fracción prolongada de tiempo, una conducta honrada, y la generación de un círculo virtuoso son las mejores armas para hacerse creíbles.

Acabemos con los relativismos, al menos en ciertos temas. No podemos decir que nos apegamos al cumplimiento de las leyes, pero sólo de algunas de ellas. Ni podemos decir que vamos a cumplir las normas vigentes, en tanto y en cuanto alguien nos controle en su cumplimiento.
Someterse al imperio de la ley implica aceptar todas sus condiciones, incluso las menos simpáticas, porque ese sometimiento tiene determinados e-fectos en la credibilidad de la gente.
Cuando un dirigente se vende a sí mismo como honesto, pero falsea sus declaraciones juradas de bienes o cuando un comerciante exije medidas de incentivo al consumo a los gobernantes y tiene a sus empleados en “negro” o falsea sus declaraciones juradas de impuestos, esas acciones perjudican la credibilidad.
¿Y por qué es tan importante la credibilidad? Porque hasta incluso la economía se mueve por cuestiones de fe. Invertimos cuando confiamos en las promesas que aseguran que esa inversión dará réditos. Compramos a crédito cuando nos aseguran que no cambiarán las reglas de juego durante el tiempo en que dure el financiamiento. Pagamos tasas e impuestos cuando sabemos que ese dinero será invertido de la manera más conveniente y eficiente por parte de los que gobiernan.
Ser creíble es casi todo, en todos los ámbitos. Desde el comunicador social cuando quiere llegar masivamente a un público con determinado mensaje, hasta el abogado que le asegura a su cliente que la pena que se le aplicará será la que imponen las leyes y nunca una pena mayor.
La credibilidad es indispensable para que funcionen las instituciones de la democracia. Mientras más cree el ciudadano en sus instituciones, más chances existen de que se democraticen.
Algunos países en los que hubo cierto virtuosismo en sus economías, vinieron respaldados por gobernantes con una gran credibilidad entre sus ciudadanos, sin importar cuán zurdos o conservadores hayan sido.
Y esa credibilidad les devino de haber cumplido con lo que prometieron, de haberse mantenido firmes en sus convicciones, de no haberse dejado vencer por los “operadores” políticos y económicos, y de haberse apegado al mandato que le impusieron sus electores.
Ejemplos cercanos pudimos verlos en los vecinos Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia, y Brasil. Y seguramente abundan los ejemplos en municipios y comunas dispersas a lo largo y a lo ancho de nuestro país.
Por mucho que algunos quieran culpar a los medios de comunicación sobre la escasa credibilidad que tienen entre sus ciudadanos, más habría que ahondar en sus conductas públicas y su falta de coherencia. Falta mucha construcción de credibilidad, lamentablemente entre nuestra dirigencia.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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