Desde 1997, el viejo y conocido enemigo de las viñas de Caroya se llama 2.4D en su formulación éster (volátil) y su primo el 2.4DB éster. Las primeras denuncias en contra de sus efectos nocivos contra las plantas datan de aquella época y las más recientes de los primeros días de octubre de este año, según hizo explícito por estos días bodega La Caroyense. Recientemente, se informó que idénticos problemas tienen los productores de Calamuchita y que lograron una prohibición de aplicación similar a la de Caroya.
Un informe firmado por la ingeniera agrónoma Lorena Rovai señala: “Si bien la variedad más sensible es la Isabella, este año casi todas las variedades se ven afectadas y el daño es más intenso que otros años. En los viñedos recientemente implantados el daño es mayor dado que se debilita el brote que formará la estructura de la planta, atrasando de este modo la entrada en producción del viñedo”.
“En viñedos establecidos –añade el informe de la profesional- el daño también es importante porque afecta la formación de los futuros sarmientos, perjudicando la producción del año siguiente y obligando en muchos casos a realizar fertilizaciones foliares, con el consiguiente encarecimiento de los costos de producción”.
.jpg)
Las afirmaciones de Rovai fueron ratificadas por su colega Daniela Mansilla, quien explicó que los productores Sergio Londero y Danilo Fantini se reunieron el pasado jueves 23 con el secretario de Agricultura, Juan Cruz Molina, a quien le trasladaron esta preocupación por la afectación de las plantas.
.jpg)
La ambición de esa cartera es poder tomar muestras sobre toda el área de prohibición para saber quién o quiénes ingresan en infracción. Las multas para quienes incumplen la normativa vigente va desde los 1000 litros de gasoil. No obstante, regularmente se viola la normativa pese a las campañas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario