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Razones para cambiar

Cuando hay una comunidad relativamente satisfecha, dar un golpe de timón en el gobierno de la ciudad implica gestos concretos antes que promesas fascinantes.

Aunque para las elecciones locales de 2015 falta rato, los motores de quienes aspiran a suceder a los gobernantes están en marcha. Y la sucesión no se dirime con un encendido discurso ni con un programa de obras y servicios grandilocuente. Después de todo, nos hemos acostumbrado que en “política” hay que prometer aunque se sepa que no se va a cumplir. La excusa para el incumplimiento se verá más adelante.
Y en la contienda por la permanencia o el desalojo del poder hay algunas aristas a tener en cuenta. En primer lugar, quienes son políticos “full” time corren con cierta ventaja sobre los que lo hacen “part” time porque dedican todo el tiempo a maniobrar, diagramar, acordar, romper, ensuciar, en función de sus conveniencias que, raramente, son las conveniencias de la ciudad y sus ciudadanos. Para lo bueno y lo malo, en definitiva, disponen de todo su tiempo.
En segundo lugar, no siempre se exponen adecuadamente las razones por las que habría que reemplazar a los que están ahora. Se critica, por ejemplo, al gabinete y no se muestra, como contrapartida, un gabinete superador, idóneo, de lujo.
Se habla de despilfarro de los fondos públicos y no se dice dónde ni en qué gastos concretos, salvo paparruchadas en relación a la magnitud del presupuesto. Pero tampoco se dice cómo se corregiría ese despilfarro ni en qué obras y servicios se utilizaría el dinero ahorrado.
Antes que abogar por una supuesta pureza del partido al que representa, un aspirante a suceder a un gobernante debiera demostrar que tiene la suficiente apertura como para escuchar voces diferentes a las de su partido y hasta incorporarlas dentro de una eventual futura gestión.
Cuando en una ciudad los servicios públicos son decentes, la caja parece estar en orden, no se detectan hechos bochornosos de corrupción, y existe la sensación de que se progresa -pese a todo y con fondos propios- las razones para convencer a un electorado sobre cambiar tienen que ser presentadas con inteligencia, midiendo la conveniencia de los tiempos ciudadanos (diferente a la de los tiempos políticos), y sin subestimar la capacidad de comprensión de quien emitirá su voto.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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