Por: Leonardo Rossi (De nuestra redacción)
Maturano fue encontrado sin vida más de un día después de su desaparición, a ocho kilómetros del puente por el que nunca debió haber cruzado si se hubiesen activado medidas de prevención ante la crecida del río. En esas horas posteriores al hecho se abrió una causa penal iniciada de oficio por la secretaria de Fiscalía de los tribunales locales, Patricia Di Meglio. La familia confió su defensa en el abogado Carlos Nayi. El paso de los meses no trajo avances a favor de los Maturano. “Lo último que nos dijeron hace pocos días es que la causa penal se está por cerrar sin un responsable y que se va a establecer que lo que pasó fue un accidente”, relata Gabriela con un nudo de indignación que le corta la voz.
La mujer, pura fortaleza, abre las puertas de su casa. La conversación va y viene por los diversos pesares que tuvieron que atravesar este año. De la gran expectativa en torno a que se pudiera establecer una cadena de responsabilidades a la desilusión y desesperanza. “Primero había muchos testigos, gente que iba a aportar información sobre la no actuación de Defensa Civil, y luego no apareció nadie. Dipas (Dirección Provincial de Agua y Saneamiento) tenía que entregar un informe sobre el estado del río y ya pasó un año, y nada. Entonces toda esa burocracia hace que tengas que resignarte y dejar todo en manos de Dios”.
Gabriela sabía que “había que ir contra muchos poderes, como la Provincia y el Municipio”, que tenían responsabilidad sobre el estado del puente y su habilitación como vía de circulación. En ese contexto adverso, en el que “era difícil probar la responsabilidad directa de alguien” en la muerte de su padre, aún creía que “iba a encontrar respuestas”.
Hacer el duelo
Encontrar respuestas en el Poder Judicial no sólo sería significativo para que no flote en el aire ese tufillo a impunidad. Para esta familia hay un sentido mucho más profundo: “Tener una explicación de lo que realmente pasó nos ayudaría a hacer un verdadero duelo, a poder cerrar esta angustia”. Gabriela hace una pausa, desvía la mirada de la del cronista, y por su rostro se deslizan una tras otra lágrimas de impotencia. “Nadie se imagina lo que es esto para nosotros, es como si hubiese ocurrido ayer”, dice y a continuación, ya quebrada, comparte: “Tenés un gran vacío, cada reunión familiar está llena de un dolor que lo vamos a poder calmar cuando esto se cierre”.
Malas y buenas
Otra cuestión pendiente y no menor para la familia es un intercambio con el intendente Gabriel Frizza. “Desde que pasó lo de mi papá nunca nos llamó, algo que esperaba desde un lado moral y ético, como ser humano”, lamenta la mujer. Los Maturano tuvieron un cruce con el mandatario a horas de haber aparecido el cuerpo sin vida del remisero, porque entendían que “no se había hecho un buen trabajo en la búsqueda”. Pero, “pasó mucho tiempo y al menos podría haber existido una llamada, un gesto, aunque sea de darnos las condolencias”.
Gabriela rescató que los colegas de su padre promovieron que se establezca el 1 de noviembre como Día del remisero y del taxista en Jesús María.
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