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Magalí Benejam, belleza for export

La joven jesusmariense viene desarrollando una carrera profesional como modelo en Chile donde ha grabado publicidades televisivas, hizo campañas de grandes marcas y negocios, y donde desfiló en infinidad de oportunidades.

Podría sonar extraño que alguien te detenga en un restaurante donde estás cenando con tus padres y te pregunte si no te interesa ser modelo y que te digan que te ven condiciones para ello. Salvo que tengas 1,81 metro de estatura, unos ojos demasiado expresivos, unas caderas apenas por encima del estándar, y un físico como para calzar cualquier vestuario.
Y algo así fue lo que le ocurrió a Magalí Benejam Corthey cuando todavía no había terminado el secundario y el dueño de una agencia de modelos le ofreció hacer su primera experiencia de dos meses en Chile. Magalí siempre había soñado con viajar y al escuchar “Chile” se dijo a sí misma ‘ésta es mi oportunidad’.
Muchas explicaciones tuvo que dar el representante de la agencia a los padres de la joven, María Isabel y Walter, antes de que obtuviera el permiso para empezar a hacer su carrera.
“A mi nunca se me había ocurrido ni había querido ser modelo porque mi mamá cuando era chica había hecho algo de modelaje no profesional y me aseguraba que no estaba tan bueno, sobre todo por la exigencia física que conlleva”, comenzó explicando Magalí.
Pero para ella todo empezó como un juego, haciendo algunos books de fotos en restaurantes para algunas marcas de ropa en las que la joven la pasó bien y se divirtió.
Sin embargo, en su primera experiencia chilena, todo cambió: “Trabajé mucho, filmé varios comerciales, había hecho un montón de pasarela, pero por mí como modelo yo no apostaba dos pesos aunque me había ido bien y había ganado plata que era lo que pensaba que no podía hacer porque para mí había empezado como un juego, como una tonterita. Terminó siendo que tenía un resultado en plata y ahí fue cuando me gustó, cuando la cabeza me hizo el clic y entendí que no era tan juego, que lo podía llegar a tomar como un trabajo”.
Por eso, después de terminar el secundario, Magalí habló con sus padres y les dijo que quería volver a Chile con lo que la opción de irse a la ciudad de Córdoba a estudiar algo en la Universidad se pospuso por un tiempo. Desde entonces, pasó por todo tipo de experiencias en el país trasandino, mientras iba despegándose de la agencia para trabajar más por su cuenta.

Objetivos claros
“Ciertamente es una profesión (la de modelo) súper temporal, tiene una fecha de vencimiento que es más que clara, sobre todo por la edad y el estado del físico. Cuando las “cachas” se empiezan a caer, no te van a llamar más. Es así de cruel y así de superficial. Lo importante es que uno lo entienda así de superficial y no comerse el cuento de que ‘ay, es mi vida ser modelo y yo tengo vida de modelo’  porque en verdad eso no existe y te puede llegar a quemar la cabeza si pensás así. Hay que tener claro que ser modelo es un trabajo y que trabajo como modelo y que el resto es una vida normal. Por detrás tengo muchas más inquietudes, sobre todo en estudiar lo que a mí me gusta”, aclaró la joven jesuamariense de 20 años.
“Hoy -añadió- entiendo que mi profesión es ésta, que me da satisfacción, me hace bien y me gusta, pero hay cosas que sé que no estoy satisfaciendo, sobre todo en la parte del estudio. Es una de las cosas que más me gustaría estar haciendo al mismo tiempo, pero el tiempo no me da”.
Por lo pronto, en breve Magalí estará en todas las paradas de colectivos de Santiago de Chile por una campaña masiva de ropa interior masculina (obviamente, ella es la partener de la campaña). De modo que su rostro, expresivo como pocos, se hará mucho más conocido del otro lado de los Andes donde desarrolla su carrera.

Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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