Al editor de este semanario lo detiene una mañana Rubén Alesandrini y le interroga sobre la historia de un músico local que tocó el arpa maravillosamente y al que le decían “Dado”. La enorme colaboración de mucha gente derivó en la reconstrucción de una historia tan singular como curiosa.
Imagínense Jesús María a mediados de los años ‘50 e imagínense a un jesusmariense empeñado en aprender arpa india. Ése era Eduardo “Dado” Copetti.
De algún modo se las ingenió para conseguir que le envíen la caja sonora del instrumento, pero para el resto - consola con clavijero, columna y encordado- tuvo que apelar a su amigo y carpintero Raúl Corazza.
Después, aparecieron los maestros: Pedro Franchicena, Epifanio Monjes, Prudencio Giménez, encargados de darle los conocimientos para poder ejecutar un instrumento complejo porque tiene 36 cuerdas y mide entre 1,30 y 1,40 de altura.
Recién el 26 de Junio de 1957 en el Club Centro Sociedad Italiana de Jesús María debutó Eduardo Copetti, su arpa y su conjunto de guitarras. Lo acompañaban Amadeo Peralta (guitarra), Alberto Olmedo (Bombo legüero) y como animador del conjunto Nicolás S. De Chiara. En una segunda etapa, ingresarían al conjunto Ítalo Farías, Cito Sánchez, Lito Ñáñez, y también supieron tocar junto a “Dado” el maestro Carlos Nieto y un jovencísimo Juan Galván (del Trío Jesús María).
1967 fue el año cumbre para el conjunto de Copetti. Tuvieron una valiosa actuación en el tercer Festival de Doma y Folklore, dos actuaciones en Sábados Circulares de Nicolás Pipo Macera, y actuaron en Canal 12 de Córdoba, en LV3 Radio Córdoba, LV17 Radio Municipal de Córdoba, y en Peñas Folklóricas de Córdoba. Ese año, además, grabaron un disco para Ford Motor Argentina el 20 de diciembre.

Francisco “Pelusa” Copetti, hijo de “Dado”, hizo a pedido de este semanario una semblanza sobre el arpista: “Ha sido un buen músico, aparte era muy especial, un tipo muy macanudo, muy amigo de sus amigos. En clubes, actos escolares, o cuando había alguien que necesitaba juntar fondos para alguna obra él estaba con el arpa”.

“Hay anécdotas muy graciosas sobre los traslados del instrumento porque no era fácil de transportar. Mi papá dedicó gran parte de su vida a la música y a la difusión del arpa y dejó recuerdos maravillosos”, completó el hijo de “Dado” que de tanto en tanto toma una guitarra y folklorea un rato para la familia o los amigos.
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