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Hay cultores del milenario arte del Bonsai en Jesús María

Un grupo de vecinos se reúne periódicamente en el Centro de Jubilados y Pensionados de Jesús María para cultivar el arte de los árboles enanos, el Bonsai que tiene más de 500 años de tradición.

Con los conocimientos adecuados y los cuidados necesarios, cualquier árbol es susceptible de transformarse en Bonsai, esa genial tradición oriental que comenzó en China, fue reglada por Japón, y que fue pasando de contienente en continente hasta llegar a nuestros pagos.
Sí, a nuestros pagos, porque desde hace unos tres años Juan Carlos Lorenzatti es el encargado de difundir los conocimientos sobre este “arte” que se vale de la naturaleza para lograr belleza.
Lorenzatti llegó al Bonsai hace unos 35 años, de la mano de un profesor japonés radicado en la ciudad de Córdoba, Gensho Uema, quien había adquirido los conocimientos a través de sus ancestros. Y, entre sus preciados arbolitos en miniatura tiene un ombú de 32 años de edad y otros ejemplares de plantas autóctonas como Lapacho.
Un bonsái no es una planta genéticamente empequeñecida. Se mantiene pequeña dándole forma y podando el tronco, las hojas y las raíces. Un bonsái mantenido correctamente sobrevivirá el mismo tiempo que un árbol normal de la misma especie. No obstante, el bonsái necesita muchos cuidados, por lo que su mantenimiento exige ciertas condiciones.
El bonsái es un árbol en miniatura considerado por los orientales como un vínculo de unión entre Dios y el hombre. Transmite paz y embellece los espacios mientras concentra un gran misterio y provoca una ternura única.
Aquí, en Jesús María, ya hay un grupo de cultores entre los que se cuentan Paula Cateula, Susana Tomadoni, Griselda Tessino, Bibiana Soria, y el “Negro” Frizza, entre otros que vienen trabajando sobre sus bonsais desde hace tres años cuando menos.
Durante la clase a la que accedió Primer Día, el tema fue el control de algunas plagas, antes de pasar a tareas de traspaso, recorte de raíces innecesarias, poda, preparación del suelo, y colocación en nuevas macetas.
A simple vista, se puede apreciar que mantener vivo a un bonsai es mucho más complejo que con un árbol que se cría en su ambiente natural, con lo que se cae la especie que señala que se trate de algún tipo de mutilación sobre los árboles.
Lorenzatti debió haber aprendido mucho sobre este arte porque tiene una paciencia para enseñar enorme y su hablar pausado y tranquilo permiten una rápida comprensión de los conceptos.
“Uno no solamente puede obtener un bonsai como colección sino que también es restaurador de árboles porque de un árbol podemos podar una rama gruesa, ponerla en esqueje, y tener un segundo ejemplar”, señaló Lorenzatti en relación a ese tema y contando que de su ombú bonsai de 32 años ya sacó un segundo ejemplar.
“Hay que armarse de paciencia, igual que en la naturaleza. Cuando uno planta un árbol, no va a pretender sentarse a su sombra al año siguiente. Tiene todo un proceso en la naturaleza y en el Bonsai es lo mismo. Hay gente que piensa que se los maltrata, pero es todo lo contrario porque se lo abona cada 15 días, se le cambia la tierra una vez al año, se los cuida de las inclemencias del tiempo”, explicó el profesor que dicta un curso por año de 12 clases (tres meses) en el Centro de Jubilados de la calle Córdoba, generalmente entre marzo y abril de cada año.
¿Se trata de un hobbie caro? No, en realidad. Para comenzar, basta con alguna pequeña tijera de podar, un cuchillo viejo, y poco más. Después, en la medida en que uno se va introduciendo en el fascinante mundo del bonsai se pueden ir adquiriendo otras herramientas. Por lo pronto, fue una buena oportunidad para conocer a los cultores de este curioso arte.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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