¿Tiene memoria de la primera vez que tuvo contacto con el barro?
- Claro que sí porque fue en una escuela a la que acudí, me cautivó desde el primer momento ese contacto. Entonces, no se olvida. Yo ya era grande, tenía 21 años, no fue en la infancia.
Encuentra algún punto de conexión entre lo que usted hace y lo que hicieron sus antecesores. ¿Cómo denominaría a esos antecesores? ¿Colegas? ¿Mentores?
- Mirando la cerámica del pasado donde quiera que vaya uno se establece ese contacto con individuos desaparecidos que de alguna manera deben haber compartido con nosotros -los practicantes de hoy en día- algunos elementos fundamentales como es el contacto con la arcilla. Eso es algo que uno puede imaginar con facilidad. Es un acto físico, es tocar el barro, darle forma, quemarlo. Y eso se comparte con los del pasado de aquí, de Japón, de China, y de hace miles de años. Esto es común. Se sigue repitiendo. Algo que puede impactar a un ceramista contemporáneo es pensar en esos millones de vasijas que se han hecho a lo largo de la historia y que seguimos haciendo por un impulso que ya no tiene necesariamente las mismas motivaciones que tuvo en el pasado porque entonces fue estrictamente utilitario y hoy en día es una forma de arte. Pero en el fondo el impulso es el mismo: tocar el barro. Eso da un cierto gusto poderlo apreciar.
No todos los que tocaron el barro lograron hacer una obra que sea reconocida internacionalmente como es su caso
- ¿Qué cuando descubrí que tenía un talento especial? Pues, nunca. Nunca he creído tener talento. Sí sé que he tenido una intención y una voluntad enorme de hacer algo con el barro que ha resultado en una obra que a la vuelta de los muchos años ha alcanzado una notoriedad internacional. Es un hecho, sí, pero no corresponde a la percepción de un don especial sino que corresponde a una voluntad, a mucho trabajo, a mucho amor por el barro, seguramente. Tengo la impresión de que el barro me ha regalado secretos a partir de entregarle -como un escritor mexicano dijo- el alma.
- Lo que pudimos ver fue interesante en el aspecto de lo arqueológico, de lo primitivo, de lo que había antes de la llegada de los españoles. Esto constituye una impresión aunque sea superficial y mínima del carácter de la cerámica de esta zona y por lo tanto de la cultura. La cerámica es lo que más se puede encontrar como restos de las culturas del pasado y que tienen estos aspectos que pueden ser muy comunes porque se pueden encontrar tanto en Jesús María como en Corea, Japón, China, México, o Canadá. En el mundo entero hay estos rasgos compartidos y algunas cosas específicas y algunos pequeños detalles técnicos que caracterizan a los artesanos de esta región. Mi impresión es estética.
¿Qué lo trajo a nuestra provincia?
- Responde a una invitación que me hicieron de la UNC y que acepté porque tenía el tiempo necesario para hacer la conferencia y la demostración que pude hacer en el auditorio y que corresponde al interés que tengo desde hace muchos años de tener un intercambio más estrecho con la cerámica sudamericana. Es mucho decir porque Sudamérica es grande, pero en los últimos años he estado en Brasil, Chile y Argentina en dos ocasiones para hacer este tipo de intercambio de experiencia de trabajar frente a alumnos y tratar de trasmitir algunas de las ideas que tengo después de tantos años de trabajar con la cerámica.
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