Casi toda el agua que se consume en la Argentina proviene de los mismos cuerpos de agua en los que son evacuados los residuos cloacales e industriales. Ríos como el Paraná, Salado del Norte, Salado del Sur, Carcarañá, de la Plata y Colorado se sitúan entre los más contaminados de la Tierra. Así las cosas, el tratamiento de aguas cobra una importancia vital. ¿Qué métodos hay para descontaminar el líquido elemento?
Los hay muy diversos, desde los tradicionales y más básicos, como la separación de desperdicios, la filtración de arena o carbón activos, hasta los más vanguardistas, como puede ser la dosificación de ozono en el procedimiento de corriente parcial. ¿De qué depende el uso de estos diferentes métodos? En gran medida, del tipo de industria, pues no es lo mismo una industria farmacéutica o una química, que junto a las petroquímicas aportan el 30% de la contaminación, que las industrias de bebidas alcohólicas y curtiembres que suponen el 3% de los vertidos.
Así, por ejemplo, una empresa papelera utilizará una unidad de flotación que extrae las fibras de agua que llega de la máquina de papel. El proceso de descontaminación se apoya en dos reactores, uno anaeróbico y otro aeróbico, en los que se descompone su carga orgánica y se produce biogás. En este caso concreto, hablamos de un proceso sustentable, porque al mismo tiempo que se produce el tratamiento de aguas se genera un biocombustible que se emplea como fuente de energía para la propia fábrica. Asimismo, un depósito de clarificación se encargará de retirar todos los sólidos en suspensión del agua para así poder reutilizarla.

Otros pretratamientos son el desarenado desengrasado para separar en un decantador las grases mediante la inyección de aire; la oxidación de sulfuros para la separación de baños (las sustancias perniciosas, como el hierro y el manganeso se oxidan y adquieren formas fáciles de filtrar) o la homogenización para evitar las puntas de carga en el pH de las aguas vertidas.
A todos estos procesos previos le seguirán los tratamientos primarios, que verán mejorada su eficacia gracias a la acción de los primeros. Arrancan en este punto fases como la decantación cuyo éxito en la reducción de carga contaminante depende directamente de la homogeneización efectuada. Inmediatamente después continúan los tratamientos secundarios, que son de carácter biológico, basados en fangos activados o filtros percoladores. Gracias a ellos es posible realizar el vertido final directamente al alcantarillado con tratamiento final de línea.
Como vemos, procesos de descontaminación de agua de lo más dispares, a los que todavía hay que sumar dos de los más vanguardistas de los últimos años: la filtración a través de membranas, que no son más que filtros capaces de retener la práctica totalidad de las sustancias nocivas salvo las moléculas de agua; y la electrólisis, que gracias a las reacciones de oxidación-reducción destruyen virus, bacterias, microorganismos y el resto de las sustancias perniciosas. Dentro de este último grupo destaca el hipoclorito sódico, que dado su carácter oxidante y su acción bactericida permite complementar los tratamientos físicos con alta eficiencia. Actualmente existen tecnologías que permiten producir hipoclorito sódico “in situ”, lo que supone una ventaja importante frente a la necesidad de transporte.
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