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Alfonso Braida de Vicente Agüero tenía 95 años y podaba su viña |
Caroya seguirá siendo por un tiempo la decana en la vitivinicultura cordobesa, su mayor referente. Sin embargo, algunos datos del sector preocupan en relación a otras zonas productivas que vienen surgiendo en otros valles.
En Calamuchita o Traslasierra, por citar dos de los ejemplos que más crecieron, la inversión económica ha sido mucha, hay espaldas para sostener un proyecto a largo plazo y hay innumerables viñas nuevas esperando su primera cosecha. En esos valles, los inversores piensan el negocio en términos turísticos bajo la fórmula que invita a “visitar las bellas sierras cordobesas y tomar un vino de alta gama producido en ellas”.
En Caroya, en cambio, la realidad es otra. Los dueños de las viñas tienen en promedio 1,5 hectárea implantada, no es su ingreso principal, y tienen demasiada edad como para emprender nuevos desafíos y hacer crecer la actividad.
Así lo analizó, al menos, el ingeniero agrónomo Adolfo Grión en su caracter de asesor vitivinícola de bodega La Caroyense, y del INTA Jesús María.
“La solución (para reactivar la vitivinicultura) de fondo es muy compleja porque el productor no tiene escala. Con 1,5 hectárea cualquier acontecimiento climático importante acaba con la cosecha. La solución es que el productor tenga más superficie, una escala mayor porque eso le permite tener otro volumen negociable y de ingresos para hacer más eficientes también los controles sobre las plantas”, razonó Grión.
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Alfonso Braida de Vicente Agüero tenía 95 años y podaba su viña |
Pero no sólo hay escasos ejemplos de nuevas inversiones -la de la familia Uanino y las del exgrupo ProVid serían las únicas- sino que hay un 30 por ciento de la superficie implantada que está susceptible de ser erradicada porque se trata de viñedos añejos, gestionados por personas de más de 65 años que se están cansando de la escasa rentabilidad que les otorga la uva.
“No es un problema de superficie sino de edad para iniciarse. Hoy, tenemos un promedio de productores que tienen entre 65 y 70 años y muy pocas ganas de empezar de nuevo. Porque son proyectos que se planifican a 30 años y deberíamos tener una camada de personas que estén arrancando a los 30 o 40 años con su viñedo. Debe haber 15 productores que tienen esa edad y que pueden darle valor agregado a la producción de uva”, consideró Grión.
Un paliativo a la mala cosecha
Grión, quien también es concejal en Caroya, presentó un proyecto de ordenanza para asistir a los productores que vienen de tener la peor vendimia de la última década.
“La idea -añadió- es ayudarles con algo, un paliativo para que, al menos, el productor no tenga que seguir poniendo de su bolsillo”.
El proyecto pide declarar emergencia agropecuaria para el cultivo de la vid y el duraznero por el término de un año. Solicita, también, una exención del 100 % sobre la Tasa de Conservación de caminos y de la Tasa por Agua de Riego, durante todo 2014, en beneficio de todos los inmuebles destinados a la producción vitivinícola y de frutales.
También dispone la la exención del pago de la Tasa de Comercio e Industria, en un 100%, durante todo 2014, en beneficio de las bodegas radicadas en Caroya. Vale señalar que es el segundo proyecto en favor de los productores que presenta Grión, aunque en la anterior oportunidad fue para paliar los efectos de la pedrea sobre la cosecha 2012.
El Ejecutivo tomó la iniciativa pero la reformuló y mejoró en aquel entonces. La suposición es que, en este caso, y en vista de la magnitud de la pérdida tome una resolución semejante y otorgue eximiciones impositivas. El problema, sin embargo, parece ser otro.
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