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En Mula Muerta perdieron la escuela, pero les improvisaron una temporaria

Un grupo de albañiles trabaja sin descanso ni fines de semana en la puesta a punto de una vivienda donde funcionará por un tiempo indeterminado la escuela Capitán Díaz Vélez.

El lunes 18 de febrero, la pequeña comunidad educativa del paraje Mula Muerta, jurisdicción de Sinsacate, se despertaba con la peor de las noticias: la mitad de su escuela se había derrumbado tras el paso inclemente del agua.
Lo notorio es que por allí no corre ningún río ni arroyo y, sin embargo, el lugar por donde corre el agua en forma natural tiene todo el aspecto de un río y se comporta como tal cuando llueve mucho.
La fotografía satelital de 2010 del Google Earth muestra como la escuela se encontraba a unos 40 metros del barrancón en que se convirtió el ex camino vecinal por donde hoy corre el agua en busca de otros desniveles naturales.
En tres años avanzó casi 40 metros y amenaza con seguir ensanchando esa brecha. Pero su último avance se llevo puesta la mitad de la escuela. Le amputó un aula y parte del comedor y dejó el edificio al borde de una barranca y próxima a desmoronarse en otro evento similar.
Entre el lecho de este curso de agua -insistimos en que no es un río- y la escuela hay no menos de siete metros de altura. En algún momento, habrá que realizar una inversión que le ponga límites a la erosión que viene generando el agua en estos parajes.
Más allá de la triste noticia, la solidaridad del vecindario en Mula Muerta y la predisposición del municipio de Sinsacate lograron que se consiga en préstamo una vivienda para que pueda funcionar allí la escuela a la que asisten apenas un poco más de una decena de alumnos.
Fabio Pereyra, hijo de Luis Bernabé (más conocido como el negro) tuvo para con la escuela la misma predisposición que su padre y prestó una vivienda que perteneció a un cuidador que tenía la estancia. Estaba un poco venida a menos, con cierto deterioro, pero íntegra estructuralmente.
En forma veloz, Sinsacate coordinó con el Ministerio de Educación la refacción de la casa para que funcione allí la escuela. Para evitar la burocracia y los tiempos del estado provincial, se acordó que el dinero de las refacciones y de la mano de obra salgan directamente desde el municipio de Sinsacate y que ese dinero -alrededor de 80 mil pesos- sea reintegrado a la Municipalidad cuando se presente la papelería correspondiente.
Lo lamentable para la escuela es que se perdió la mapoteca, un armario con gran parte del archivo de la escuela, un equipo de música, la mayoría de los libros, el material del jardín de infantes, una galería con 37 plantas y un aljibe, además de los 70 metros cuadrados de edificio que cayeron al vacío cuando cedió la escuela.
El edificio, vale destacar, se encontraba en condiciones razonables para que funcione una escuela. Aunque tenía sus años, contaba con la manutención de Sinsacate. Nada hacía prever que las lluvias de una noche les dejarían sin nada.
La única explicación posible  tiene relación con el proceso erosivo que vienen teniendo los suelos en ese sector -entre gredosos y arcillosos- a raíz de que el agua en la cuenca alta no se logró frenar. Entonces, una lluvia de 160 milímetros en una noche alcanzó para inutilizar un edificio escolar y llenar de lágrimas a una comunidad educativa.
Este lunes 10, de no mediar inconvenientes, comenzarán las clases del Centro Educativo Capitán Díaz Vélez cuando la señorita Lidia, acompañada por el intendente, den los buenos días a los alumnos en la nueva casa, la casa provisoria para esta escuela que en su momento llegó a tener 110 alumnos. Después, habrá que pensar en cómo levantar una escuela nueva, en un terreno con menos erosión.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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