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Recuperar el rol de la conserva como estrategia alimentaria

Una quincena de personas asistieron al taller del INTA. Aprovechar recursos caseros para pensar el alimento familiar.

Acariciada por una constante llamarada, la paila hacía su trabajo. Sobre el metálico recipiente burbujeaba esa miel perfumada, futuro dulce. Una quincena de personas (mayoría mujeres) observaba el mágico proceso químico. Organizado por el Pro Huerta del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el taller de elaboración de conservas a cargo de Angelina Rizzi de Grión (64) sirvió para recuperar ese vínculo entre la producción de frutas, su elaboración en la casa y el rol de la soberanía alimentaria. El encuentro se realizó en el Club Juventud Agraria Colón.
“De toda la vida sé hacer los dulces y estas conservas”, explicó a Primer Día Angelina, quien remarcó que disfruta de “compartir y transmitir” esos saberes aprendidos a lo largo de décadas. Lo que es un producto terminado, como puede ser una jalea, tiene detrás una estrategia de “tomar ciertas frutas en estación, envasarlas y poder conservarlas para la época en que no abundan”. Angelina trazó un paralelo con “las hormigas que guardan comida para los momentos de escasez”.
La mujer también reconoce esa impronta aún presente en ciertas familias de la zona llegadas de Europa en tiempos bélicos, donde la producción de alimento tenía como eje fundamental la previsión para los largos períodos de encierro. “Si viene la guerra vamos al sótano y tenemos las conservas”, ironizó acerca de ese arraigo todavía latente.
Uno de los puntos más favorables de este tipo de producción casera es  “ahorrar mucho dinero y saber que comés algo sano”. “Uno, con su propio producto sabe exactamente lo que está comiendo; puede agarrar el envase, mirar y conocer en qué estado está lo que elaboró”.

Soberanía alimentaria real
Las mujeres pelaban duraznos, trozaban la fruta, la acomodaban en boles y aguardaban su posterior cocción. Mientras, se les explicaba los beneficios de esterilizar los alimentos, por ejemplo a baño maría, y el cuidado que se debe tener con los productos seleccionados y los recipientes a utilizar.
La preparación de dulces, jaleas y mermeladas quedó expresa en una cartilla y en el aroma que se esparció por el galpón del Club Juventud Agraria Colón. “Me invitaron y me interesaba mucho aprender estas preparaciones”, compartió Juana Saldaña. La mujer, nacida en Bolivia, explicó que en su país “hacía algo similar”, como dulces, pero quería aprender particularmente la técnica de la conserva. “En Bolivia, por ejemplo el durazno lo sacábamos al sol, que es otra cosa diferente”, comparó acerca de la variedad de técnicas para elaborar alimentos.
Juana Saldaña observaba a Angelina y ya proyectaba los frascos llenos de fruta que ocuparían su cocina. “Mi idea es hacer para comer en casa y si se puede también espero poder vender”, se entusiasmó la mujer, con una enorme sonrisa en su rostro.
Coordinador del taller, el ingeniero Adolfo Grión destacó la necesidad de “producir a partir de los alimentos de las huertas” y cómo ese proceso “coopera con la soberanía alimentaria”, que deja de ser una abstracción para anclarse en las casas de cada uno de los asistentes.
“El primer objetivo es que sirva para el alimento familiar, que abastezca ese consumo, y si hay excedente y sirve para generar un recurso más, mucho mejor.” Grión se mostró contento de concretar este espacio que “era una demanda que hace tiempo estaba pendiente de realizarse”.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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