202 años después de la gesta revolucionaria de Mayo, los
motivos para seguir reflexionando sobre nuestro destino como país ¿son
diferentes?
Lo primero que puede decir un argentino a su favor, si logró
sobrevivir a economistas nefastos y gobiernos asesinos y corruptos, es: “Pese a
todo, yo me quedé”. Pero ese quedarse no podrá ser nunca sinónimo de compromiso
ni mucho menos de elección.
Muchos connacionales callaron y se quedaron por cobardía,
cuchicheando bajito, señalando con el dedo acusador, como si la construcción de
la patria fuese algo predestinado e imposible de cambiar.
Pero también hubo, desde luego, argentinos que eligieron
quedarse, que eligieron construir acá más allá de las adversidades, y que
siguen eligiendo este suelo maravilloso que tantos frutos produce desde tiempos
remotos.
Hay argentinos que eligieron quedarse incluso antes de saber
que su actividad les generaría una renta extraordinaria. Hay argentinos que
eligieron quedarse aunque vieron muchos más años de vacas flacas que de gordas.
Hay argentinos que eligieron quedarse aun cuando su vida
corría serio peligro y cuando no se toleraba a quien pensara distinto.
Y también hay argentinos que morirán sin legar herencia a
los suyos, sin tener su casa propia, sin haberse movido de su suelo natal un
centímetro, sin conocer el descanso.
Hay argentinos que llevan dos o tres generaciones en
situación de pobreza, condenado a la marginación, conociendo el hambre, el
frío, y la discriminación.
Por eso, cada 25 de mayo es oportunidad para hablar de las
hazañas de los primeros patriotas, aunque sin olvidar a los patriotas
silenciosos de hoy, esos que se levantan cada día intentando mejorar, aun
cuando parecen tener al universo en contra.
Cada 25 de mayo es oportunidad para pensar en lo que falta,
pero sin despreciar gran parte de lo que se hizo. Porque en la construcción de
la noción de patria, fuimos precedidos por los pueblos originarios, los
colonizadores, las órdenes religiosas, las corrientes inmigratorias, los grupos progresistas, los esclavos de raza
negra.
Fuimos precedidos por las victorias y las derrotas, por los
exilios y los regresos, los silencios y los gritos.
Nos sumamos a la legión de argentinos que sigue eligiendo
quedarse, pese a todo. A los que no reniegan de un plato de locro, de un
desfile, ni de una escarapela. A los que piden Justicia, Verdad, y Memoria. A
los que salen a defender los colores celeste y blanco en cualquier territorio.
A los que son capaces de abrigar, alimentar, socorrer, escuchar, alentar. A los
laboriosos que investigan en condiciones adversas. A todos los que se emocionan
cuando suenan las estrofas del himno nacional. A los que piensan que hay que
dotar de sentido a estos 202 años desde aquella revolución que nos llevó a la
independencia.
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