
En toda su historia, Jesús María nunca había tenido que enfrentarse públicamente con un festival como el de Cosquín ya que sus programas y sus asistentes siempre habían sido bien diferentes.
Pero cuando se había arribado a octubre de 2000 se conoció la noticia que cayó como una bomba en la organización local: Julio Mahárbiz, que tenía a su cargo la programación del festival coscoíno, había decidido pedirles a los artistas que quisieran subirse al escenario Atahualpa Yupanqui la firma de una cláusula de exclusividad.
Así, los que quisieran estar presentes en la plaza Próspero Molina no debían actuar durante los 15 días anteriores ni posteriores a 180 kilómetros de distancia de la sede del festival.
Además de la notoria merma en los números programados, la medida dispuesta en el valle de Punilla se trasladaba a la pretensión de Jesús María de vender publicidad.
Aunque preocupado, el entonces presidente del Festival, Esteban Martos, señaló con firmeza: “Nosotros jamás le pondríamos mordazas a ningún artista. Vamos a contratar a los artistas que tengan deseos de estar en Jesús María y que tengan un compromiso con el público. No existen en nuestros convenios o contratos cláusulas que les prohíban a los cantores exhibirse en otros festivales”.
El otro que resignó Cosquín para estar en Jesús María fue Jairo. Y también lo hicieron León Gieco y Víctor Heredia. Finalmente, la enorme Mercedes Sosa también puso la balanza del lado del Festival de Doma, con lo que las bajas fueron menos que las pensadas inicialmente.
Mercedes fue nombrada madrina del Festival y ella retribuyó obsequiando un anillo de plata que tenía la forma de una montura y que se obsequió ese año al jinete que obtuvo mayor puntaje en las tres categorías competitivas.
Guarany, la decepción

“Es lamentable –señalaron en la comisión- que sus letras no coincidan con su actitud. Todos saben que las contrataciones se pactan de palabra y los contratos se firman en enero o a fines de diciembre. Con Guarany, había un arreglo de palabra y su cachet no había sido, ni siquiera, discutido pero no entendemos por qué desecha nuestra propuesta”.
Sus declaraciones de entonces tampoco fueron felices y eso le valió un prolongado exilio del escenario Martín Fierro. A Guarany le llevó más de una década que le perdonen aquella “traición” y para cuando volvió sus noches ya no eran lo que ran y él tampoco era el mismo.
Intentaron suplir el promedio de 20 mil espectadores que venía trayendo el Potro con un programa que incluyó a los 4 de Córdoba con amigos, Carlitos La Mona Jiménez, y Luciano Pereyra, pero no fue suficiente. Encontrar la fórmula para esos lunes llevó mucho tiempo.
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