En la primera audiencia del juicio, después de someterse al cuestionamiento de rigor sobre su vida, Jeremías Sanz decidió no responder la primera pregunta que le formuló el fiscal de Cámara Hugo Almirón: “¿Cuándo fue la última vez que viste a tu madre?”.
“Por decisión de mi abogado, no voy a contestar más preguntas”, señaló el joven y, desde entonces, esa pregunta clave nunca volvió a ser respondida, ni siquiera por los testigos que citó el defensor de Sanz, el abogado Marcelo Brito.
Está acreditado en este juicio que aquel 15 de marzo de 2019, Cadamuro salió de su vivienda y se subió a la camioneta de su hijo. Eran alrededor de las 19.30. Nunca más fue vista con vida María Eugenia.
Y en razón de que Jeremías no aceptó someterse al interrogatorio inicial, esa misma pregunta le fue trasladando el fiscal Almirón a los familiares que ya declararon en este juicio.
Para que se entienda: ninguno de ellos le preguntó a Jeremías cuándo había sido la última vez que había visto a su madre y estamos hablando del tiempo previo a la detención de Jeremías y de que le imputaran secuestro.
Todos se habían anoticiado de que María Eugenia estaba desparecida, pero a ninguno se le ocurrió formular esa básica pregunta: ¿cuándo viste por última vez a tu madre?
En el caso de González y de Mabel Cadamuro parece que la orden de restricción de acercamiento vigente entre las hermanas en ese momento, también les impedía preguntar.
Inocente, pero marche preso
Si no fue él, quién fue y por qué motivos. Si fue un tercero el del hecho criminal innegable, quién podría haber sido. ¿Fue crimen por encargo, obra de un sicario?
Pero si así hubiese sido, esa hipótesis no debiera haber aparecido en las primeras audiencias de debate.
Es más, ni siquiera haber pretendido incriminar sutilmente a Ignacio González Sbiglio dio resultado. El propio examigo de Sanz se desincriminó cuando declaró vía skype en este juicio y no fue solicitado un careo con él durante su extensa declaración.
Atacar los indicios
La estrategia de la defensa es clara. Como se sabe que no hubo confesión de parte ni testigo directo ni se halló el arma homicida, la intención es atacar la extensa lista de indicios que obran en el expediente y que se fueron confirmando en este juicio, comenzando por atacar la moralidad de los declarantes.Al haber fracasado el intento durante la instrucción de hacer pasar a Sanz por alguien que tiene/tuvo un desequilibrio o desorden mental, la posibilidad de atenuantes para la conducta que se le atribuye es virtualmente imposible en esta etapa.
Tampoco pudo la defensa acreditar algo en la conducta de María Eugenia que obrase como atenuante del hecho criminal que se le endilga al hijo. Revertir el pronóstico procesal negativo será dificilísimo ahora.
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