Pese a que se trataba de junio, aquel 16 estaba despejado y la máxima de ese día superó los 20 grados. En el apuro por llegar primero, no se llegó al lugar con protección para el sol, ni con alimentos, ni con agua y la jornada iba a ser desesperadamente larga.
El hallazgo de la fosa donde estaba enterrada María Eugenia se había concretado la tarde anterior, entre las 15 y las 16. El terreno presentaba un hundimiento y a un metro de distancia estaba el maíz florecido y de un metro sesenta de altura en promedio.
La fosa tenía dos metros de extensión por un metro y más de un metro cincuenta de profundidad. Y a poco de cavar, dieron con un pie y la zapatilla de María Eugenia.
Volver a la escena del crimen

La tierra en ese lugar no es precisamente negra ni húmeda sino todo lo contrario. Es arenosa, pedregosa, y bastante árida. Se trata de un suelo duro al que sólo se puede preparar para cultivo con ayuda de maquinaria.
Desde el 789 de la ruta 60, donde está el ingreso al campo La Susanita, hasta el lugar de la fosa hay 793 metros exactos, medidos linealmente (a campo traviesa) o cerca de 830 metros si hay que llegar hasta allí haciendo uso del camino de tierra de acceso.
Todavía está un poco hundido el terreno donde permaneció oculta María Eugenia entre el 15 de marzo y el 15 de junio de 2017 cuando fue hallada por la Policía.
La fosa está bien pegada a un islote de monte autóctono. A un lado le daba sombra un añoso algarrobo y del otro lado un aguaribay. Mientras recorríamos el lugar salió de allí una liebre a gran velocidad. A 50 metros de allí hay un islote similar, más tupido y de mayor superficie. La sospecha es que María Eugenia puede haber estado oculta allí un breve tiempo hasta que se procedió a enterrarla.
En estado de indefensión
En este momento, el campo no tiene cultivo alguno, sólo algunos rastrojos de cosechas anteriores, y de tanto en tanto aparece alguna chala de maíz.Cuando uno hace una mirada de 360 grados detecta que no hay en kilómetros a la redonda ninguna casa, ni casco de estancia, ni galpón, nada. Desde el lugar del entierro a la ruta 60, solamente los camiones se logran divisar, pero a una escala menor.
Si el homicidio ocurrió allí, María Eugenia no tuvo ninguna posibilidad de pedir auxilio ni de escapar porque no tiene vecindario, y a esa distancia de la ruta tampoco podrían haberse escuchado los disparos.
Quizás hubiese tenido chance de escapar entre el maizal corriendo. Hoy, no es posible saber si tuvo esa ocasión.
¿Por qué fue allí María Eugenia?
¿Le hizo creer que la llevaría a mostrarle el cultivo de maíz que tenía con su amigo Nacho? ¿Le hizo creer que iban a cambiar unos cheques con un deudor que en ese momento operaba en la zona del departamento Totoral y con el que ya habían hecho otras operaciones antes?
¿O es que María Eugenia pensó que, al final, su hijo nunca atentaría contra su vida porque, después de todo, era la que lo trajo al mundo?
El juicio contra Jeremías está a punto de concluir, las dudas persisten.
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