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Siguen matando al mensajero

Recrudecieron los ataques en contra de los periodistas que cubren las instancias del histórico juicio para esclarecer los motivos del asesinato de María Eugenia Cadamuro.

A medida que se va desarrollando el juicio en contra de Jeremías Sanz por su presunta participación en el homicidio de su madre, los testimonios lo van complicando. No uno ni dos sino muchos y faltan muchos que podrían complicarlo todavía más.
Independientemente del juicio de valor que cada vecino haya hecho sobre el crimen, el dato que vienen reflejando los medios de comunicación y los periodistas que cubren el juicio oral y público está atado a lo que se  va diciendo en las audiencias.
Claramente, entre los familiares del acusado las aguas están divididas: unos creen en su absoluta inocencia y en que al muchacho le “plantaron” un cuerpo (aunque no explican por qué alguien haría algo así), mientras que otra parte de la familia está convencida de que Jeremías es el responsable de la muerte de su mamá.
Está claro que la parte de la familia que defiende a Jeremías interpreta toda prueba en su contra como un complot de funcionarios judiciales, fiscales, abogados, y periodistas que “compraron” un relato y jamás se apartaron de él.
Para ellos es más fácil matar al mensajero, antes que sacarse las anteojeras y desapasionadamente ponerse a pensar en todos los cabos sueltos que ha dejado Sanz desde el 15 de marzo de 2017 cuando desaparece su madre hasta ahora.
Es más fácil intentar destruir la reputación de un periodista y de un medio de comunicación por medio de calumnias, injurias y difamaciones.
Claro está que toda esa bravía sólo se expresa por redes sociales públicas como Facebook, pero también se viene haciendo por redes sociales privadas como Whatsapp.
La que pierde, con esas prácticas, es la verdad. Y la verdad se conocerá pronto, cuando termine el juicio y haya sentencia, ni un minuto antes ni después.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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