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La civilización del espectáculo

Por: Martina Marchetti Stechina (Alumna de 5to "D", IPEM 272)

“La civilización del espectáculo” es una descripción de la cultura en que nos vemos sumergidos. Vargas Llosa, lejos de la paranoia, muestra la frivolidad con la que nos desenvolvemos: Somos producto de la política corrupta y dictatorial, que genera una sociedad despolitizada y para nada militante; un sexo que solo satisface necesidades biológicas; la religión, principal influyente en el Estado, alejándose de la democracia e imponiendo sus dogmas.
Un ensayo eximio donde se busca que el lector visualice cómo la necesidad imperante de buscar la diversión, fácilmente, es un axioma actual, una oda al hedonismo… Medios de comunicación “amarillistas” que alimentan nuestra sed de morbosidad por el quehacer ajeno, convirtiendo a la intimidad en una palabra de antaño, que “fácil” y “rápido” sean términos indiscutibles para el disfrute, ser homicidas de la perseverancia, educación y, principalmente, de un pensamiento crítico. Visualizar, cuestionar y provocar un cambio benéfico es su principal objetivo.
Somos esto, siempre lo fuimos, un espejismo, un ideal nunca alcanzado. Concuerdo con Vargas Llosa sobre la denominación de nuestra cultura “La civilización del espectáculo”; pero, ¿qué nos hace pensar que épocas pasadas fueron mejores? Acaso, ¿no será un espectáculo la manera en que los monarcas (y, por qué no, actuales personas de poder) se divertían con las desgracias de la plebe y gozaban de la riqueza mundana “digna” de su título? Hoy el consumismo alimenta un vacío propio de nuestro ser, ¿qué lo habrá llenado anteriormente? ¿Conquistas de territorios, sometimiento a pueblos enemigos, sanguinarias guerras? Es decir, el ahora muestra una sociedad conectada pero desinformada, con falta de discernimiento para objetar el producto vendido por un periodismo cínico, que busca el placer en lo terrenal; sin embargo, “espectáculo” es la descripción actual de la cultura, anteriormente había otras, mejores o peores, nunca iguales.
Martina realizó un minucioso análisis de la cultura actual
El objetivo de querer transmitir de manera masiva la cultura tiene su gran defecto: solo para atraer a una pantagruélica cantidad de personas –o mejor dicho, espectadores- su contenido es superfluo. Siempre priorizando lo cuantitativo, dejando de lado la calidad de recepción. Encuentro una gran analogía con el sistema educativo nacional, querer contener al alumnado sin importar si éste aprende, logra un pensamiento autónomo o, si quiera, tiene habilidades mínimas para afrontar la vida. Más que escuelas, son guarderías, “centros de contención” sin un filtro para aprobar o desaprobar los logros y, así, que todos reciban un diploma sin importar la asimilación del contenido brindado. ¡Chapeau para los Ministros de Educación! Han creado generaciones que reflejan ignorancia, génesis de su deseo: Aparentar ser un país culto y con un sistema estudiantil “equitativo” ante los ojos del mundo… "Aparentar", propio de esta civilización…
El mal no fue desencadenado en un período corto de tiempo, se gestó aproximadamente con la Revolución Industrial (producción masiva, consumismo, llegada a “lo popular”, ¿nos suena?) Escapando del pesimismo, pero nunca dejando de ser objetiva, no se puede definir a esta etapa de la humanidad como “la peor”; de hecho, apelando a la Filosofía ¿qué es bueno? y ¿qué es malo?: Simplemente es un estadio distinto, con sus pros y contra. Es nuestro deber como ciudadanos reforzar los progresos que logramos y generar cambios para que el espectáculo haya luces de diversidad, lanza-llamas de erotismo, domadores de ignorancia, bailarines de pura cepa, presentadores de libertad, y payasos, estos últimos serán una ironía: Con el objetivo de entretenernos, nos demostrarán que el “ser payaso” y actuar de una manera poco favorecedora para la comunidad, queda en el circo y no debe trascender fuera de la carpa… Telón.

Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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