Si de la querella dependiera, el próximo viernes 8 de noviembre se tendrían que estar ofreciendo los alegatos y los pedidos de condena por parte de la fiscalía de Cámara que preside Hugo Almirón, en el juicio que busca esclarecer cómo murió María Eugenia Cadamuro.
¿Por qué? Porque el material probatorio presentado hasta el momento es lo suficientemente amplio y compacto como para demostrar la culpabilidad de Jeremías Sanz en el homicidio de su madre.
Vale recordar que el martes pasado la familia González Sbiglio aportó un dato inédito hasta ahora: Guadalupe Sanz fue a disculparse con ellos por la aparición en su campo del cadáver de María Eugenia y, paralelamente, contar que su hermano se había atribuido la autoría material del hecho, en una visita que ella le hizo al penal de Bouwer, el día siguiente a la aparición de su madre.
“Una decepción total. Una estafa. Uno lo vio crecer, lo integró en muchas reuniones familiares, el casamiento de mi hija, entre otros. Fue muy dura la noticia, el hecho, la situación”, destacó en su declaración Fernando González.
Y Marcela Sbiglio añadió en su momento: “Llegó quebrada, mal (Guadalupe Sanz), Ella quería hacerse responsable si teníamos algún problema porque el campo era nuestro. Para mi hijo fue una desilusión muy grande”.
Ambos testimonios desbarataron las coartadas sobre qué hacían y a qué hora los dos amigos íntimos el 15 de marzo de 2017, último día en que fue vista con vida María Eugenia.
Otro testimonio clave
Escobedo era peón rural en el campo donde Jeremías tenía su engorde de cerdos. Dijo que su patrón jamás había hecho referencia a su madre, con anterioridad, pero que sí comenzó a contar datos y detalles extraños cuando se dio a conocer que la mujer estaba desparecida.
“(Contaba) que la madre consumía drogas, que andaba con tipos pesados, que había tenido problemas de violencia familiar con sus exparejas y familiares. Pero a él se lo veía tranquilo, sin signos de preocupación”, ratificó el trabajador.
Escobedo también reconoció a Sanz en fotografías que le exhibió el fiscal de Cámara, especialmente unas en las que el joven posa portando armas de fuego. Y en algunas de ellas lo reconoce sujetando una escopeta calibre 16, que es el calibre del arma con la que asesinaron a María Eugenia.
El peón rural también aportó otros indicios de esos días clave, entre el 15 y el 19 de marzo de 2017.
Por ejemplo, que un día por la tarde/noche Sanz ingresó acompañado por una mujer a la que no pudo identificar, que se fueron hacia el fondo del campo y se retiraron media hora más tarde sin dar explicaciones.
Y que ese mismo día, alrededor de las 19, Sanz no fue a buscar al campo a otro trabajador al que le había encargado un trabajo específico. Adujo un problema personal y le pidió que se fuera en colectivo. Es la hora en que otro testigo ubicó al joven acusado de estar junto con su madre en la camioneta Volkswagen Amarok blanca, de su propiedad.
cada vez más cerca de la verdad...no del relato.....de la verdad...tremenda y terrorífica verdad....mucho más de lo que ya lo es el hecho del injusto asesinato de María Eugenia Cadamuro....
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