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En el juicio, intentan socavar la aptitud moral y maternal de María Eugenia

Jeremías Sanz, finalmente enfrenta un juicio oral y por jurados
Finalmente, dio comienzo al esperado juicio para esclarecer el crimen de María Eugenia Cadamuro y saber si su hijo, Jeremías Sanz, fue el responsable de darle muerte.

A Sanz se lo vio tranquilo durante la mayor parte de las primeras cuatro audiencias que tuvieron lugar la semana pasada. Sus pocas expresiones de nervios, se le notan al frotarse las manos, cuando se sonroja (es muy notorio porque su piel es muy blanca), y cuando se frota las manos.
El presidente de la Cámara en lo Criminal de Octava Nominación, el juez Juan Manuel Ugarte, ya le tuvo que pedir que se abstenga de hacer “caras”, mientras van declarando los testigos.
Ugarte también tuvo que pedirle a otros testigos que eviten intentar mantener un diálogo con el acusado. Por ejemplo, cuando atestiguaba Susana Dolci y le dijo mirándolo a los ojos: “¿Por qué lo hiciste, niño? Tenés que decir la verdad”.
El juez también tuvo que pedirle al abogado de la querella, Luis Juez, que se abstenga de hacer comentarios mientras interroga a los testigos.
Y fue muy notorio durante las primeras audiencias el cómo buscar desacreditar a María Eugenia haciendo constar sus fracasos económicos, sus condiciones maternales y morales como si eso pudiese incidir en una quita de la responsabilidad penal por su homicidio o constituyera un atenuante para la conducta que se evalúa.

La negativa del hecho

El hijo de María Eugenia se declaró inocente de la muerte
Desde que fue imputado, Sanz jamás había hecho declaraciones ante la Justicia. Siempre se había reservado el derecho de mantenerse callado.
Sin embargo, en la primera audiencia no podía negarse a responder preguntas -no por el hecho que se le imputó- sino para que el jurado popular conozca aspectos de su vida.
Allí, contó que abandonó el secundario en segundo año y que casi de inmediato comenzó a trabajar en el campo,  que consume drogas desde los 14 años y que fue su madre quien le convidó la primera vez, que se considera una persona sana, no violenta, y que no se siente adicto ni nunca hizo un tratamiento por ello.
También dijo ser un preso ejemplar, que contribuyó con dinero para armar dentro del penal una huerta comunitaria y que viene cursando en el penal una diplomatura sobre agroindustria.
El fiscal Hugo Almirón dijo tener pruebas suficientes
Para justificar parte del despojo que la familia hizo con la herencia de María Eugenia, Sanz lo justificó diciendo que lo habían hecho porque estaba inhibida por AFIP y para evitar que se perdiera todo.
Posteriormente, el juez Ugarte le narró los hechos penales que se le atribuyen y le preguntó cómo se declaraba en relación a eso.
“Niego -contestó Sanz- el hecho que se me atribuye, Yo no maté a mi madre, y gracias a mi nueva defensa he tomado conocimiento de la cantidad de barbaridades e infinitas mentiras”.
Cuando el fiscal de Cámara Hugo Almirón intentó preguntarle respecto de cuándo había sido la última vez que vio a su madre, el joven acusado respondió: “Por decisión de mi abogado, no voy a contestar nada más”, y ya no volvió a atestiguar.

El viudo, a escena

Pedro García, viudo de Maru, el primero en atestiguar
El primer testigo en declarar fue Pedro García, viudo de María Eugenia, quien recordó haber sido depositario de infinidad de confesiones íntimas de su mujer sobre conflictos familiares, esencialmente con su hijo Jeremías y con su hermana Mabel Cadamuro.
García relató que su esposa le contó sobre amenazas de muerte, sobre discusiones por dineros prestados y no devueltos, y el enojo porque sentía que Mabel había manipulado a sus hijos y le había inculcado a sus hijos otros valores distintos a los de ella.

Testigos que complican

El juz Ugarte, preciso en la diligencia del juicio
En la segunda audiencia, además de la referida anteriormente Susana Dolci, atestiguaron la empleada doméstica que Maru, quien recordó que su patrona le relataba los miedos que abrigaba, tras las amenazas recibidas.
Pero totalmente contundente fue el testimonio de un pintor que trabajaba en la casa de bulevar Agüero 83 y vio a María Eugenia subir a la camioneta de Sanz durante la tarde del 15 de marzo de 2017.
Luis Juez, abogado de la querella, insistió con la pregunta reformulándola varias veces y señalando con el dedo a Sanz: “¿Está absolutamente seguro de que María Eugenia se subió a la camioneta de ese muchacho ese día?”. A lo que el pintor contestó: “Absolutamente, seguro”.
La tercera audiencia trajo la primera sorpresa cuando el tribunal eximió de declarar a Mabel Cadamuro, por el proceso investigativo paralelo que existe y en donde la mujer está señalada como una probable colaboradora en el hecho del ocultamiento del cadáver de Maru.
Facundo González prestó declaración el jueves pasado
Pero quién sí declaró fue su pareja conviviente, Facundo González, a quien los integrantes del tribunal le formularon muchas preguntas y sobre quien el fiscal Almirón hizo constar que había entrado en contradicciones con lo que declaró oportunamente en sede judicial de Jesús María.
González dijo que nunca habló con Jeremías sobre la muerte de Maru, que no sabía cuando Jeremías vio por última vez con vida a Maru, que no tenía idea si Nicolás Rizzi e Ignacio González Sbiglio junto a Jeremías podían acceder al campo donde se halló el cadáver de la madre. Tantos no y no sabe no contesta ofreció González que el propio juez Ugarte le dijo en un momento: “Le pido, le exhorto a qué haga memoria, y conteste fehacientemente”.

El dolor del hermano mayor

Víctor Cadamuro atestiguó favoreciendo a Maru 
De todos los ofrecidos hasta ahora, el testimonio de Víctor Hugo “Cacho” Cadamuro fue uno de los más sólidos.
El mayor de los hermanos también recibió en confesión los temores que abrigaba su hermana menor. Cadamuro refirió que su propio sobrino lo había amenazado de muerte en un momento en que compartían el uso del campo familiar, antes de alambrar las partes.
“Unos 20 días antes y, por segunda vez, una semana antes, ella viene a mi casa. Estaba muy asustada por lo que le había dicho Jeremías. Se sentía amenazada por el propio hijo por dinero. ‘Que la iba a cagar matando’. Eso le dijo”, refirió durante su declaración Víctor.
Cuando le preguntaron cómo se sintió el día en que le avisaron que había aparecido el cadáver de Maru, dijo: “Yo no lo podía creer. Eso fue lo más doloroso que viví en la vida. Fue un dolor en el alma. Me desmoroné. Me parecía no poder estar viviéndolo en realidad”.
El juicio se reanudará el martes y declararán 5 testigos más.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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