Sin embargo, casi toda la comunidad desconoce sobre su existencia porque a poco de estar en manos del municipio pasó al Museo Jesuítico Nacional en comodato con la vaga sugerencia de que se pusiese en exhibición, pero tal cosa nunca ocurrió.
Solamente unos pocos privilegiados estuvieron frente a la colección que incluye piezas de los pueblos originarios que habitaron estas tierras, ya que la mayoría de las extracciones de los objetos se realizaron en estancias de Jesús María, Colonia Caroya, y otros poblados de las sierras chicas.
El coleccionista misterioso
Se sabe que vivía sobre la calle Antártida Argentina de barrio Norte en el momento en que firmó un convenio con el municipio entre 1990 y 1991. El convenio establecía la compra por parte de la Municipalidad de los derechos de autor de una monografía donde Del prato detallaba sus prospecciones arqueológicas en la estancia La Guardia de Colonia Caroya, el descubrimiento de un asentamiento de pueblos originarios en “La isla” de Jesús María, y un mapa del río Jesús María donde detallaba los lugares en los que encontró restos arqueológicos.
En ese momento, la operación se realizó por 6 millones de australes que en esa fecha permitían comprar 1047 dólares. Con la inflación que tuvo la moneda americana desde ese entonces en nuestro país, la cifra a valores de hoy sería de 2085 dólares.
De la lectura de parte de esa monografía se desprende que el hombre se definía a sí mismo como “coleccionista” y que nunca quiso usurpar el título de arqueólogo, aunque en los hechos demostró que lo era y que solamente un título lo diferenciaba.
Injusta desvalorización
Entonces, ni siquiera Córdoba era considerada como una provincia interesante respecto de posibles riquezas arqueológicas.
Casi 30 años después, muchas cosas cambiaron y la colección Del prato promete aportar muchísimo más que lo que pudo hasta ahora, mientras sigue vedada al público en un oscuro depósito de arqueología.
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