Puntualmente a las 14 del pasado martes 28 de mayo, la Secretaría de la Cámara en lo Criminal de Octava Nominación procedió a leer el veredicto de la causa penal iniciada en contra del pastor evangélico Arturo Peralta (56).
Antes de eso, y al igual que durante todo el proceso, el juicio se ventiló a puertas cerradas. Dentro de la sala, los tres camaristas, los abogados (defensa y querella), el acusado y seis de las diez víctimas. El silencio se cortaba con navaja.
La secretaria fue leyendo la resolución que determinó que los hechos existieron y que el líder de la Iglesia Josafat fue penalmente responsable por ellos. En ocho ocasiones, se le adjudicó el delito de abuso sexual sin acceso carnal agravado y continuado, y en dos ocasiones de abuso sexual con acceso carnal agravado y continuado.
Las mujeres abusadas presentes en la sala, seis de las diez denunciantes, ni siquiera emitieron sonido cuando escucharon: “...imponerle para su tratamiento penitenciario la pena de 16 años prisión... e inhabilitación especial por la mitad del tiempo de la condena, para desempeñar la actividad de Pastor de todo culto”.
Pero al salir al pasillo, donde esperaban parejas y familiares, algunas estallaron en llanto, otras dieron algún que otro grito, y absolutamente todas se mostraron felices por la decisión de los jueces.
Fueron allí esperando Justicia, con miedo la mayoría de ellas porque nunca había enfrentado una situación semejante, y rogando ponerle fin a este capítulo triste de sus vidas que sólo fue menos amargo por el acompañamiento que se hicieron entre ellas, se hicieron familia, se dieron ánimo, se comprometieron a no aflojar, ni a reaccionar ante la agresión sufrida durante todo este tiempo.
Monumento a la resiliencia
Gran labor del estudio jurídico del abogado Carlos Nayi |
Otra de sus compañeras añadió: “Ahora tenemos que mirar para adelante, no dar bolilla a esas personas que nos van a seguir molestando. Estos nos hizo familia, nos sentimos contenidas en el grupo y es bueno saber que podemos seguir adelante sintiéndonos más aliviadas, más tranquilas, y felices porque se hizo justicia”.
Finalmente, la tercera de ellas resaltó: “Con lo que nosotros nos animamos a denunciar muchas más mujeres se van a dar cuenta de qué clase de persona es el pastor porque no creían en nuestra palabra y sí le creían a su entorno familiar que se encargaba de seguir manipulando y tapando la verdad. Esta condena de la Justicia aclaró muchas cosas. No mentíamos, lo que nos pasó fue verdad, lo que vivimos adentro fue un calvario. Va a tener que pagar por todo el daño que nos ha hecho”.
Ni animal ni extraterrestre ni mensajero divino
Pero ni siquiera la amenaza de quedar en “pecado mortal” pudo detener a las mujeres que se animaron a decir simplemente: “No es no”.
Y lo actuado no fue obra de ningún animal -ni hiena, ni chacal, ni lobo- sino la obra de una personalidad perversa que aprovechó vulnerabilidades para colarse como mensajero divino y sacar provecho para satisfacerse sexualmente, aunque ningún dios ni ninguna escritura consienta el abuso. Y la Justicia puso fin a sus fechorías y reivindicó a las denunciantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario