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Los que nos queremos quedar en Argentina

La enorme crisis económica y social que enfrenta nuestro país reavivó la queja airada de la clase media que vuelve a pensar en irse y retomar la vida en otra geografía donde haya menos revuelo.

Hay que decirlo con claridad: nos esperan cuatro años dificilísimos en lo económico y lo van a sufrir más los sectores medios. El ajuste todavía no concluyó del todo, falta reactualización del cuadro tarifario, y muchos tendrán que resignar esparcimiento, gastos extras, y hasta vacaciones.
Es como cuando se te rompe la heladera y no tenés cómo afrontar el pago de contado de una nueva: la financiás en la mayor cantidad de cuotas que podés. El problema es que el pago de esas cuotas implica resignar otros gustos que te dabas antes cuando la otra heladera funcionaba y no necesitabas renovarla.
Esa privación da bronca, claro que sí, porque nadie quiere resignar espacio ganado. Les pasa a los que llegaron a vacacionar en Brasil y ahora tienen que conformarse con la costa argentina o ir menos días de vacaciones.
Les pasa a los que están yendo menos al cine, o a comer con amigos, o a tomar unas pintas una vez por semana. Les pasa a los que en las góndolas del súper buscan productos de segundas o terceras marcas. Les pasa a los que se saltean temporadas en la compra de ropa y vuelven a usar prendas que pensaron pasadas a retiro.
Les pasa a los que ven que se le desvaloriza su salario, que pierde poder adquisitivo, y que la inflación le despedaza sus posibilidades de ahorro, de meditar sobre eventuales inversiones.
Encima, los economistas te dicen que en lo “Macro” vamos bien, que ése era el camino correcto, que no había otra alternativa, salvo que quisiésemos ser Venezuela o Angola.
Y en medio de todas esas broncas, parece imposible que no te surja la idea de mandarte a mudar, armar las valijas, y buscar un nuevo destino en otra geografía. Y no hablemos de irse a Europa porque hay quienes piensan en Uruguay, Brasil, Perú, Bolivia, Chile, México o Colombia.
El problema es que para irse hay un tiempo, una edad, un proyecto. A muchos de nosotros, se nos pasó el tren para irnos.
¿A qué nos iríamos? ¿A hacer qué cosa? ¿Con quién nos iríamos y para disfrutar supuestamente de qué placeres? ¿Dónde encontraríamos el grupo de amigos con quienes compartimos la vida? ¿Qué haríamos lejos de padres, hermanos, sobrinos? ¿Encontraríamos fuera el trabajo para el que nos esforzamos conseguir acá?
Porque no se concibe el irse a cualquier costo, a cualquier trabajo, en cualquier condición, y en un país donde siempre seremos ciudadanos de segunda. En el mundo del consumo, pareciera que el confort lo es todo y muchos olvidan que no hay objeto confortable que pueda dejar satisfecha a un alma herida.
Muchos -muchísimos más de los que lo reconocen- se van a levantar mañana, y pasado, y el día siguiente a ponerle el “lomo” a este país. Lo vienen haciendo desde hace muchos años. ¡Ojo! Esos también se cansan, pero los mueve la secreta esperanza de que todo ese esfuerzo en algún momento tiene que dar un fruto colectivo. Y con ese norte, andan por la vida, contagiando sueños.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

1 comentario:

  1. YO TENGO 68 AÑOS Y MI ESPOSA 65, Y NOS CANSAMOS QUE NOS METAN EL DEDO EN CULO, Y DECIDIMOS VENDER NUESTRA CASA Y NOS VAMOS A ESPAÑA, DONDE NACIERON MIS ABUELOS, NOSOTROS NOS HACEMOS NUESTRO LUGAR, EL DESARRAIGO NO NOS ASUSTA, VIVIR SE VIVE EN CUALQUIER SITIO , LOS PARIENTES AMIGOS, ESTAN SIEMPRE EN NUESTROS CORAZONES, NO DEJAMOS DE QUERERLOS, ES DARNOS UNA MEJOR CALIDAD DE VIDA Y VIAJAR. YA ESTAMO ECHOS, SOMOS JUBILADOS Y NO TENEMOS OBLIGACIONES LABORALES. ESRA DECIDIDO EN FEBRERO DE 20209 NOS VAMOS.

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