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La zoncera de cuestionar la investigación científica

Con nula documentación y mucho de prejuicio se alzan voces que justifican los recortes en el CONICET, mezclando las convicciones políticas de algunos investigadores con lo que producen.

Tenemos que ponernos de acuerdo en algo: por mucho que hayas militado en La Cámpora, nadie te brinda un cargo de investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) sino acreditás ser idóneo.
No es casualidad que los investigadores de ese ente autárquico tengan mucho más que un simple título de grado. La mayoría son profesores/doctores, magísters, con maestrías y diplomaturas complementarias a sus carreras principales.
Desde hace 61 años, CONICET viene fomentando y financiando la investigación científica y tecnológica y toda actividad de apoyo que persiga el avance científico y tecnológico en Argentina, que ayude a desarrollar la economía nacional y mejorar la calidad de vida de los compatriotas.
De acuerdo con datos de 2013, en CONICET había 7.902 investigadores divididos en cuatro grandes áreas de conocimiento, la mayoría dedicado a las Ciencias Biológicas y de la Salud, y las Ciencias Exactas y Naturales. En 2003, solamente había 3.700 investigadores.
No es casualidad que se haya duplicado en ese tiempo la cantidad de profesionales. Respondió a un programa de repatriación de “cerebros” y la convicción de que sus talentos deben contribuir a mejorarnos como sociedad.
El salario de los investigadores en la Argentina sigue siendo el más bajo de América Latina: en países como México, Colombia, Chile, Brasil o Uruguay los salarios son entre el doble y el triple que en nuestro país.
¿Qué investigan los que investigan? Entre los temas estratégicos actuales están los alimentos (mejoramiento genético de semillas para cultivos, insecticidas, etc); las tecnologías para el petróleo y gas; la producción de medicamentos; la informática; y el hábitat (planificación de la expansión urbana y nuevos materiales de la construcción de viviendas).
En 2014, CONICET alcanzó el puesto 79 entre casi cinco mil instituciones de producción científica e investigación más importantes del mundo, según el ranking SciMago. Así, quedó segundo a nivel latinoamericano, después de la Universidad de San Pablo (10°) y antes de la Universidad Nacional Autónoma de México (126°).
En lugar de discutir sobre la necesidad de financiar o postergar la investigación científica o sobre el alcance de algún ajuste, si fuese indispensable hacerlo, en estos días se limitó a justificar despidos y recortes por la supuesta adscripción al “kirchnerismo” por parte de algunos científicos.
La pobreza argumental esgrimida nos conduce a la justificación de otra severa postergación de las investigaciones en el país y cientos de miles de pesos tirados a la basura por investigaciones abandonadas por la mitad.
Discutamos si todos los investigadores tiene que estar en CONICET o más repartidos, si todas las investigaciones deben ser financiadas o sólo las más tangibles.
Pero no discutamos sobre la importancia de la investigación científica porque eso es no mirar al mundo ni a los países que muestran avances.

Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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