Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)
No es la primera vez que una jornada de estas características llega al museo, lo que sí se renuevan son los contenidos ya que la investigación sobre la ruta del esclavo es incesante. Hoy, por ejemplo, el público puede disfrutar dentro de las instalaciones del museo de la colección Arroyo Leyes, una muestra permanente con objetos de alfarería confeccionados por afrodescendientes que permite conocer a aquellos rostros ocultos por tanto tiempo.
Conocer la verdad

“Se estima que alrededor de entre 12 y 15 millones de esclavizados llegaron al continente americano. A eso hay que sumarle aproximamente un 25% más que murió durante el periodo de la captura en el continente y otro 25% más que murió durante el traslado en las embarcaciones”, resumió.
Entre los datos erróneos que aún subsisten está la presunción de que los pueblos afrodescendientes murieron en los conflictos de independencia o por enfermedades como la peste amarilla en Buenos Aires o el cólera en Córdoba a mediados y finales del siglo XIX. Sin embargo, la población africana sobrevivió a muchos de estos episodios y forman parte de nuestras raíces hasta la actualidad.

Cambiar el relato

Camila Acuña, integrante del área educativa del museo, analizó la evolución respecto al tema dentro de la propia institución. “Desde 2010, venimos trabajando para visibilizar la presencia afro en lo que antiguamente era la Estancia de Jesús María. Después de la muestra de Hilda Zagaguia (artista e integrante el Grupo Córdoba Ruta del Esclavo), fuimos más conscientes en el relato que dábamos al público”, resumió.
Luego de una capacitación interna a cargo de la investigadora Belén Domínguez y la expositora, se modificó el texto que se daba a conocer a los visitantes. “En nuestro guión anterior -continuó- era bastante liviana la forma de nombrarlos. Para arrancar, cambiamos la palabra esclavo por esclavizado, las personas que nacían de estos vientres de mujeres negras eran libres, pero inmediatamente esclavizados. Esas pequeñas palabras en el discurso fueron cambiando nuestra cabeza”.
La tarea de rescatar los distintos grupos sociales que vivían en la estancia -el jesuita, el afro y los pueblos originarios- es un objetivo muy presente en todo el equipo.
Para tomar dimensión de la impronta afro en la zona, Camila aportó un dato: “En Jesús María, había cerca de 300 esclavizados que formaban familias completas entre niños, adultos y ancianos (para esa época eran personas de alrededor de 50 años). Esta estancia fue la primera en la cual se vendieron todos sus esclavizados, se los llevó a remate a Córdoba, excepto algunas mujeres recién paridas y ancianos. Se dio un proceso de campesinización de ese negro, empieza a trabajar como encomendado en las estancias y se va mezclando con el resto de la sociedad”.
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