Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)
Durante la segunda intendencia de Marcelino Gatica (2007-2011), Luis Picat se sumó al gabinete en la Dirección de Saneamiento y desde esa función pública pudo poner en marcha proyectos en favor del ambiente.
Valgan mencionar, por ejemplo, la certificación del normas ISO para el servicio de agua potable, o los avances en el proceso de separación dentro de la planta de procesamiento de residuos sólidos urbanos.
Y esa inquietud desde lo público también la viene aplicando en su faceta como empresario, especialmente en el campo El Cebil, cerca de San José de la Dormida.
Picat fue haciendo públicas muchas de sus ideas mientras fue presidente de la Sociedad Rural de Jesús María: “Hoy, el ambiente tiene un agregado de valor. Hay tecnologías que reducen el impacto ambiental, pero demás te hacen ganar dinero. Hace cuatro años empezó mi búsqueda de tratar de sumar algo más y que quede en mi paso por el mundo, alguna semillita plantada”.
La Quimera SA es una de las empresas familiares que lleva adelante. En la actualidad, cuenta con producción agrícola, avícola, granja de cerdos y, además, un frigorífico. Desde hace tiempo, vienen tomando decisiones para disminuir el impacto ambiental de la actividad.

Con el biodigestor se produce energía a partir de los desechos de los animales, alcanzando los 1,5 megawatios por día, suficiente para abastecer a 127 familias. Esas alternativas fueron el resultado de numerosas investigaciones en países como Alemania, Brasil y Australia. Picat sostuvo que las estructuras “son un mix entre tecnología alemana y brasilera además de esa búsqueda de reducir el impacto en la granja de cerdos, también lo hemos hecho con la agricultura (…) siempre el objetivo fue darle valor agregado a una producción que tenemos en el norte cordobés, lejos del puerto, lejos de la comercialización habitual de los granos”.
Menos agroquímicos

Para paliar ese impacto, Picat decidió una inversión que le evita el derroche y le ahorra dinero: “Utilizamos semillas genéticas que nos permiten usar insecticidas al mínimo. Redujimos la cantidad de herbicida en un 50% porque tenemos un detector de malezas que hace que se ahorre hasta el 90%. Ahora, estamos con otro grupo viendo un detector de malezas que no usa herbicidas sino que mata la maleza a través de electricidad. Directamente, el herbicida no sería una herramienta. Estamos en un tour de investigación”.
Buenas prácticas que disminuyan el impacto ambiental es la meta: “Más que un compromiso es algo que me gusta y que lo tomo como bandera”, finalizó.
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