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Cande Contessi se abre paso con un emprendimiento de cosmética natural

La jesusmariense lleva adelante Meraki, una alternativa más saludable a la hora de pensar en la belleza.

Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)

Ingeniera química, mamá y emprendedora. Pese a vivir desde hace dos años en Carmen de Patagones, al sur de la provincia de Buenos Aires, pasó la mayor parte de su vida en Jesús María por lo que los lazos con la localidad continúan vigentes. En noviembre de 2017 comenzó el proyecto al que llamó Meraki, y que creció a pasos agigantado desde entonces. El concepto griego escogido tuvo mucho que ve con esa nueva etapa, debido a que su significado es “hacer algo con amor, dedicación y poniendo el alma en el trabajo”. 
“Toda la vida viví en Jesús María, estudié ingeniera química en Córdoba y después me volví a vivir acá. Trabajé en Guma unos cuatro años, en la parte de investigación y desarrollo. Me instalé en Buenos Aires casi dos años y de ahí a Carmen de Patagones”, sintetizó.
En la actualidad, su familia completa y amigos viven en la zona y la acompañan en el emprendimiento. La falta de trabajo luego del nacimiento de su hija, la impulsó a sumergirse en la investigación y tomar la decisión de especializarse en la cosmetología natural nutriéndose de sus experiencias laborales. 

Nuevos caminos 

Candela hoy se dedica a tiempo completo en todas las tareas que implica un negocio: fabricación, diseño de etiquetas, venta, reparto, publicidad. Los productos están divididos en líneas, basadas en los ingredientes naturales empleados. 
Cremas, aromatizantes, desodorantes, shampoo, acondicionadores, emulsiones y repelentes son los artículos que vende a través de las redes sociales. A la hora de elegir lo más representativo de Meraki, elogió al shampoo sólido cuya fórmula fue creada por ella misma. Dentro de las combinaciones más llamativas del amplio catálogo se encuentran la zanahoria y aceite de oliva con grandes propiedades. 

Volver a lo natural 

“Hay que saber leer la etiqueta de atrás, tanto de los alimentos como de cualquier producto. Saber que, por ejemplo, en la etiqueta lo primero que te nombra va de mayor a menor en cuanto a cantidad”, aconsejó. 
Además de poner en prácticas esos conocimientos, la joven emprendedora dictó charlas sobre el peligro de los químicos. Para ello, planteó el caso de los parabenos que “están en los medicamentos, en los alimentos, en bebidas, dentífricos, maquillajes. Es un conservante universal, su función es inhibir el crecimiento microbiano, de hongos. En muy poca dosis pueden cubrir un gran espectro de bacterias”. 
A la hora de definir alternativas menos dañinas que las sustancias habituales utilizadas en cosmética, se inclinó por los aceites esenciales y vegetales. Para comprender su utilidad, describió brevemente su origen y aplicaciones: “Antes de que existiera la medicina, estaban los aceites esenciales. Los egipcios, los romanos se medicaban con ramitas, tés y aceites, con extractos de plantas. Un aceite de lavanda, uno de los más conocidos por todos, en una botella de 15 ml concentra unos 500 kilos de planta, aproximadamente. 
En la destilación, sacan de los tejidos vegetales la esencia concentradísima. Eso actúa a nivel olfativo, si lo oles sube el aroma y te da una respuesta emocional para luego llegar al órgano en el que tiene que hacer efecto”
Candela explicó que los aceites esenciales al ser tan concentrados no se pueden usar solos, deben ser combinados con un portador, en este caso el aceite vegetal. Entre estos últimos podemos encontrar, por ejemplo, rosa mosqueta, coco, almendras. Cada uno de ellos posee características compuestas por nutrientes, vitaminas y diferentes beneficios para el organismo.
La lavanda es una de las más elegidas ya que puede ser utilizada para combatir piojos, caspa, acné y pieles sensibles a alergias o al sol, además de ayudar a la relajación. Un dato a destacar es los productos son aptos para celíacos, personas veganas y con alguna afección en la salud como diabetes, psoriasis, entre otras. 
Siguiendo esta línea de trabajo, comercializa a su vez cepillos de dientes de bambú de una empresa con la cual comparte del nombre. Estos cepillos son biodegradables ya que tardan 180 días en descomponerse y el 3% que no logra volver a la tierra, es reciclable. 
“Esto no lo dejo más, me gusta mucho. Lo hago como un hobby también. Paso muchas horas creando, investigando para sacar algo nuevo (…) me gustaría tener una pequeña fábrica, laboratorio y oficina para mostrar lo que hago. Me gustaría vivir de esto”, finalizó.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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