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Pese a la molesta lluvia, la Doma vendió 141 mil entradas

En un año complicado por la situación financiera de la gente que viene al Festival y un clima adverso en muchas noches, el número representa un enorme triunfo, independientemente de las utilidades finales.

Desde la edición 50ª en adelante, Jesús María se acostumbró a exhibir números récord. En 2015, fueron 153.858; en 2016, 164.662; en 2017, 162.339, y 148.750 en 2018.
La medida para la edición que acaba de finalizar sería la de 2012, que tuvo también una noche suspendida y que cortó 119.792 entradas.
Sin embargo, este año se vendieron 21.470 tickets más que en aquella oportunidad. Aunque si uno quisiera compararla con un escenario de menor disponibilidad de dinero por parte del público habría que irse hasta 2002 cuando la taquilla estuvo por debajo de los 100 mil espectadores, igual que la de 2006 que también estuvo por debajo.
También hay que aclarar que en las ediciones 51, 52, y 53 se contabilizaron 12 noches contra las 10 que se pudieron hacer este año (la suspendida del jueves, privó al festival de una noche 11).
Según datos preliminares del área de Turismo municipal, este año vino mucha gente a Jesús María, pero gastó menos, pernoctó menos, y también ingresó menos al anfiteatro. Si a ese dato se le suman los datos de las reiteradas inclemencias climáticas, habría que calificar a esta edición como un rotundo éxito, más allá de que el número la aleje de los récords.
Al final, fueron 141.262 entradas vendidas, una hazaña que tuvo dos explicaciones: el aguante que la juventud le hizo a las cinco primeras noches cuando, por ejemplo, se bancaron el carnaval jujeño de Los Tekis bajo el temporal; y el cambio de fecha de inicio, postergándolo hasta después del 10 de enero.
Nicolás Tottis, presidente de la comisión organizadora, se mostró satisfecho con el resultado: “Teníamos mucha incertidumbre antes de arrancar, pero la gente nos demostró que volvió a elegir a Jesús María. Nos parece que eso fue el resultado de pensarlo integralmente, tratando de mostrar un espectáculo de calidad en todos los aspectos, tanto en el escenario como en el campo, de día o a la madrugada”.
“El otro acierto –aportó Tottis– fueron los precios. Si uno hace un evento de primer nivel sin arrancarle la cabeza, la gente viene, consume y se va contenta. Se dieron muchas condiciones para que la gente lo pueda disfrutar. Obviamente, tuvimos errores que intentaremos corregir, porque este festival es muy grande”.

La postal inédita de los campeones

Rafael Safons de Brasil e Ignacio Ottero Blanco de Uruguay se consagraron campeones en Crina limpia y en Bastos con encimera lisa. Nunca antes se había dado esta situación en la historia del Festival.
Safons, de Brasil, logró en este reducto su segundo campeonato seguido en Crina Limpia y le dio a su país un récord histórico. En su última monta, el brasileño no pudo aguantarle la parada al reservado El arisco de Piccione, pero como llevaba 11 puntos de diferencia le alcanzó para ganar. Antes de él, ningún compatriota suyo había podido alzarse con el título.
El uruguayo Ignacio Ottero Blanco, por su parte, llegó a su última jineteada con claras chances de salir campeón y se vio favorecido porque el puntero, Mario Núñez (Misiones), se cayó del Murmullo de Enzo Vega y le sirvió en bandeja la competencia.
Lo que jineteó arriba de La Solterona de Juan López le dió los puntos necesarios para calzarse la rastra de campeón en la categoria Bastos con Encimera Lisa.
Emiliano Lalli, de La Rioja, le sacó unos buenos corcovos a La Mosca de Perret y le permitió despegarse de su inmediato seguidor, Mariano Calderón (Santiago del Estero). Fue el único argentino que salió campeón este año en la categoría Gurupa Surera.
La final de este año en las tres categorías fue vibrante y entretenida. La sorpresa llegó con la consagración de dos extranjeros en el mismo año. 
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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