Es la misma asociación proteccionista que intentó impedir la jineteada hace años mediante un amparo.
Fuente: Suplemento VOS, de La Voz del Interior, jueves 17 de enero.
Las circunstancias que culminan con la muerte de otro reservado dentro del marco del Festival de Doma y Folklore volvieron a agitar el debate que viene enfrentando las posturas entre maltrato versus tradición. Pero en este caso, la asociación proteccionista Sin estribos se hizo presente en la unidad judicial de los tribunales locales exigiendo investigación sobre las condiciones en las que se accidentó el animal al que se terminó sacrificando. También pidió ser querellante.
Todo ocurrió durante la madrugada del miércoles sobre el palenque tres con el reservado Pampero que terminó golpeándose y quedó tendido como si estuviese muerto. Las circunstancias fueron raras, pero el mecanismo de defensa conocido: arremolinarse alrededor del animal, tapar la visual, y retirarlo del campo lo antes posible ante la silbatina y los abucheos del público. La médica veterinaria contratada por el festival le aplicó la analgesia correspondiente, pero no dio resultado y con el consentimiento del tropillero se lo sacrificó durante la mañana de ayer.
Andrea Heredia de Olazábal, al frente de Sin estribos, se mostró contrariada con la situación y fue contundente en su apreciación: “No puede seguir la jineteda, no pueden seguir los animales con esos gritos, esos ruidos, esos estímulos y ese atropello que se le hace al animal porque esto pasa todos los años, de una forma u otra, hay animales lastimados, golpeados, muertos, y personas golpeadas. La gente ya no resiste el discurso que ofrece Jesús María”.
Durante 2013, Sin estribos también fue querellante y denunció penalmente al Festival de Doma por la muerte de dos yeguas, La Pampeana y Roseta, aunque el fiscal José Raúl Almeyda no encontró méritos para sancionar al Festival por esos decesos y decidió archivar las causas, tras resolver que los animales muertos no estaban bajo el influjo de ninguna sustancia extraña en su cuerpo y que los controles veterinarios y de sanidad habían sido los correctos.
¿Existen alternativas?
“Soy partidario de que las jineteadas se realicen sin espuelas porque se podrían hacer perfectamente sin ellas”, señaló Juárez sobre la pilcha gaucha más cuestionada porque suele trabarse y lastimar el cuero del animal. Es poco frecuente que suceda, pero sucede de tanto en tanto.
Juárez recordó que en algún momento los palenques llevaron el nombre de algún reservado muerto en estas arenas, pero a medida en que se fueron retirando los primeros referentes del relato y la animación se fue olvidando el dato y ya no volvió a mencionarse.
El trabajo de un reservado es escaso: un par de minutos atado en el palenque hasta que lo sueltan y, desde ese momento, ocho, doce o catorce segundos según la categoría.
Si atasen al animal cada domingo del año, en total no habrá contabilizado más de diez minutos de trabajo por año. Sin embargo, en esos escasos segundos de jineteada tanto animal como jinete desatan la pulsión de muerte. Están en riesgo ambas vidas y sobre esa pulsión está enlazada lo que, desde este lado de la tranquera, llaman tradición.
Las proteccionistas dicen que las jineteadas se podrían reemplazar con espectáculos de mansedumbre, destrezas, incluso con el entrevero de tropillas.
El Festival sigue defendiendo a la jineteada como parte de una cultura con la que nació y que honra al hombre de campo, aunque entre los jinetes haya cada vez más profesionales y menos peones rurales que hacen esto como hobbie.
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