La tecnología simplifica la vida, pero, ¿qué pasa cuando su uso es excesivo? Jueguitos en los que se entra en el círculo vicioso de la frustración porque queremos ganar a toda costa, pero frecuentemente perdemos, y en lugar de desistir seguimos jugando para ganar; textos y videos reenviados casi mecánicamente, sin detenerse a verlos o interpretarlos en profundidad, y sin tomar en cuenta la forma de pensar del otro.
Analizamos con la Lic. María Gabriela Corthey (MP A3286) los riesgos de esta modalidad que afecta a niños, jóvenes y también es parte en la vida de los adultos.
¿Síntomas de adicción a las tecnologías?
- Jugar videojuegos sin control, no poder dejar de mirar el teléfono, consultar las redes sociales a cada rato, reenviar todo lo que se recibe sin chequearlo, y sufrir ansiedad si no hay conexión a internet son sólo algunos síntomas que pueden alertar de la existencia de una adicción a la tecnología. Pertenece al grupo de adicciones no relacionadas con una sustancia.
¿Consecuencias?

¿Cuáles son las actividades más adictivas?
- Se destaca la adicción al cibersexo-ciberpornografia, las relaciones cibernéticas (excesiva búsqueda de relaciones en línea), compras obsesivas en línea, buscadores obsesivos de información y juego compulsivo en la red.
¿Cuáles podrían ser las causas?
- A los adolescentes les permite meterse en un mundo de fantasías y huir de la rutina. Lo mismo sucede con las redes sociales: no necesitan mostrarse tal cual son, con sus inseguridades, sino a través de una imagen artificial de sí mismos. También puede influir el sentirse solos o con falta de contención familiar, pasando las redes pasan a ocupar el lugar de refugio que les permite buscar la seguridad que les falta.
¿Qué hacer con los niños?
- Hay padres que olvidan que la televisión, la tablet o el celular de los papis no son una niñera silenciosa, sino un entretenimiento que debe ser controlado.

- Se empieza a jugar o a navegar como vía de escape y entretenimiento, y se termina necesitando jugar para no sentir malestar, nervios o ansiedad, pero esto se transforma en un círculo vicioso porque, lejos de calmar, se genera más ansiedad, al punto de que se termina siendo incapaz de reducir el tiempo de juego o mantenerse sin jugar. Lo mismo aplica para la compulsión a reenviar todo lo que se recibe.
¿Cuáles serían las señales de alarma de adicción?
- Una, la necesidad de jugar durante más y más tiempo, hasta que produce una total pérdida de control sobre el tiempo invertido; controlar el tiempo de uso es superior a uno mismo. Luego puede producirse aislamiento progresivo: poco a poco se dejan de hacer las actividades normales, de relacionarse con amigos y familia, prefiriendo mantenerse jugando. Todo esto puede afectar el rendimiento laboral e incluso ponerse en peligro su estabilidad; y en tareas hogareñas puede darse un abandono de responsabilidades. Además, aparece la mentira para poder seguir realizando la conducta o para ocultar/justificar que se la realizó.
¿Y en cuanto al “reenviado” compulsivo de textos, fotos y videos?
- La señal de alarma más clara es cuando no se puede dejar de hacerlo ni discriminar qué vale la pena reenviar y qué no. Y a quién; cuando todo parece “tan interesante” que se le envía a cualquiera.

- Cuando se juega se experimentan estados de euforia y sobre-activación. Por lo tanto pueden surgir problemas de atención y concentración porque se está pensando continuamente en el juego, en lo que se desea buscar en internet, o en “ese texto” que reenviamos. También ocurre que cuando no se puede jugar o alguien nos interrumpe, experimentemos irritabilidad.
¿Y a nivel físico?
- A consecuencia del mantenimiento prolongado de la postura pueden producirse sequedad ocular, dolores de cabeza, dolor de espalda y articulaciones. También mala alimentación y falta de ejercicio físico, descuido en el aseo personal y alteraciones en el ritmo de sueño.

- Cuando deja de ser algo entretenido; cuando no se puede dejar de hacerlo, y cuando al no estar “conectado” surge nerviosidad, impaciencia e irritabilidad.
¿Soluciones?
- El objetivo primordial del tratamiento será la psico-educación y la adquisición de técnicas de control y habilidades sociales y personales para utilizar la tecnología moderadamente y sin dependencia. Pero como en todo, la prevención es fundamental: con niños o adolescentes, controlar desde el principio el uso que realizan de internet, redes sociales o videojuegos; limitar las horas que los utilizan, y tener siempre en cuenta que el adulto es el modelo: no se puede enseñar a los hijos un uso moderado del teléfono o de la tecnología, si los adultos no lo hacen.
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