Por: Pedro Colcombet (Diario La Nación)
Fueron cuatro días de intenso trabajo y temperaturas que iban de los 6° a los -5°. De caminar cargando unas enormes mochilas a través de un campo de cenizas y troncos de árboles carbonizados en el medio de una montaña de Chubut, donde solía haber unas 40.000 hectáreas de bosque nativo. Y es que el ecosistema de Cholila, una pequeña localidad turística de esa provincia, se vio gravemente afectado entre febrero y abril de 2015 por el peor incendio forestal que se haya registrado en el país, convirtiéndolo en paisaje gris y desolado.
Así describe Tobías Merlo la primera etapa del programa de restauración ecológica ReforestArg, por el cual 26 voluntarios se instalaron en el bosque de Cholila con el objetivo de plantar 4000 plantines de cipreses, de unos 40 centímetros, en puntos específicos de la montaña durante cuatro días. "Así lograremos reforestarlo. Como el incendio fue tan grande, la respuesta tiene que ser de la misma magnitud", afirma Merlo, uno de los responsables de la iniciativa apoyada por la Asociación de Amigos de la Patagonia (AAP).
ReforestArg nace en 2016, cuando Tobías, un porteño licenciado en Ciencias Ambientales, emprendió junto a dos amigos agrónomos un viaje de tres meses y medio por la Patagonia, para investigar las principales problemáticas medioambientales. "Estando ahí entendimos que el principal problema son los incendios forestales. Cuando lo presencias y ves las enormes llamas consumiendo árboles gigantes de 300 años, te sensibilizas", cuenta el joven de 25 años.

Luego de presentar su investigación y aliarse con AAP, decidieron poner en práctica sus conocimientos en el bosque nativo de Cholila. Para esto debieron estudiar el suelo de la zona afectada y decidir qué especie de árbol originario era el indicada para comenzar la reforestación.
El grupo de trabajo
El 28 de abril el equipo de AAP y ReforestArg recibió en su campamento al grupo de voluntarios. Entre los integrantes del grupo se hallaban 6 ingenieros agrónomos, ambientólogos y veterinarios, además de 7 alumnos y 2 docentes del Centro Educativo Agrotécnico del Valle de Cholila de la Fundacion Cruzada Patagónica.
Las jornadas de trabajo comenzaban y terminaban de noche. A las 7 de la mañana los voluntarios salían de sus carpas para prender una fogata, desayunar y preparar los músculos para un intenso día de trabajo.
Luego de cuatro largos días de trabajo, cumplieron con el objetivo.
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