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¿Los niños tienen más derechos que los adultos?

Por: M. Victoria Rustan (Abogada y Notaria. Auxiliar en el Poder Judicial de Córdoba. Realizó  cursos de posgrado en el exterior y es miembro del IDH de la U.C.C)

A menudo la sociedad se queja de que los menores que delinquen tienen un trato más privilegiado que los adultos. ¿Es eso verdad? Para entender la situación actual, se debe aclarar que actualmente la situación de la protección de los niños, niñas y adolescentes (NNA) ha cambiado.

El viejo paradigma y el nuevo paradigma.
El antiguo paradigma llamado “tutelar”,  consideraba un objeto de protección a la niñez, y el Estado podía disponer de ellos, como si fueran “cosas”. Esto se reflejó en la Ley de Patronato de Menores (1919), cuyo destinatario fue claro: la infancia pobre. Intentaba solucionar el problema del altísimo porcentaje de niños y niñas en situación de calle, por considerarlos en una situación de “abandono material” o de “peligro moral” y, como tales conceptos eran tan imprecisos, el juez tenía facultades discrecionales para tomar las medidas que considerara necesarias para tutelar a los NNA abandonados, hasta cumplir la mayoría de edad, hubieran cometido un delito o no.
¿Consecuencia de la ley del patronato? Excluir, e invisibilizar, a los niños y niñas problemáticos. La judicialización de adolescentes llevó a su reclusión en instituciones, asilos y reformatorios, obstaculizando su reinserción social y desarrollo personal.

¿Cuál es el nuevo paradigma? 
La Convención sobre Derechos del Niño propuso un modelo nuevo: de protección integral. Se plasmó con la Ley de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (2005), y en Córdoba, la ley provincial de Promoción y Protección Integral de los derechos de las NNA (ley 9944).  En este modelo, se evita judicializar y estigmatizar a la infancia pobre; y no se concibe al niño o niña como un mero receptor o beneficiario de asistencia social, sino como sujeto de derecho frente al Estado, una persona a la que se le reconoce el derecho de ser protegido en su desarrollo y frente a situaciones de irregularidad. Los motivos socioeconómicos, por más precarios que sean, no justifican la separación de su familia. Por el contrario, el Estado, así, debe intervenir apoyando a la familia, con programas de salud, vivienda y educación. Se centra –o se debería centrar- en políticas públicas inclusivas y no correctivas de las infancias excluidas. ¿Cómo interviene la justicia? El Poder Judicial sólo interviene cuando se trata de problemas penales – Fuero Penal Juvenil – o controlando al Poder Ejecutivo cuando éste, por medio de la Se.N.A.F, toma medidas de manera excepcional para separarlos de su familia –Fuero de Niñez y Juventud-. Y siempre el juez a cargo tiene la obligación de escuchar a los niños o niñas. Mientras en Córdoba, tales Juzgados (los que investigan delitos, o los que controlan la legalidad de las medidas tomadas por el Ejecutivo) se encuentran separados, en la ciudad de Jesús María es uno único: el Juzgado de Control, Niñez y Juventud, Penal Juvenil y Faltas.

¿Cuáles son las diferencias principales?
El modelo anterior consideraba los NNA como seres “menores” que los adultos, incompletos, incapaces, que precisaban de la instrucción de los adultos para llegar al estado de completitud y madurez, fijado en los 18 años. En cambio, el nuevo paradigma toma la niñez como una época de desarrollo efectivo y progresivo de la autonomía personal, social y jurídica, que se debe alcanzar de manera progresiva, donde los niños son “sujetos de derecho”; es decir, tienen derechos y los pueden ir ejerciendo por sí mismos de manera paulatina. Ahora, la infancia tiene derecho a que su interés se considere prioritario en el diseño de las políticas públicas, y que su voz e intereses sean escuchados en todos los procesos y procedimientos, así como en todos los ámbitos en que se desarrollan.

Conclusión
Sólo una infancia protegida, genera una adultez responsable.  “Todos los adultos fueron niños, pero pocos lo recuerdan” dice el autor Saint- Exupery en libro El Principito. Así, antes de juzgar que la Niñez está perdida, se debería recordar la impresión que tuvimos cuando éramos niños: de que los adultos no nos comprendían.
En un mundo que no está preparado para recordar la etapa en la que la vulnerabilidad era la regla; y la protección, la excepción, deberíamos trabajar en pos de eso: de proteger y proteger integralmente.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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