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La ansiedad: ¿cuándo se convierte en patología?

Por: Adriana Felici (Periodista - directora sección En Familia)

La ansiedad es un mecanismo humano de adaptación al medio, y (si su intensidad no es excesiva) ayuda a superar ciertas exigencias de la vida, explica la Lic. María Gabriela Corthey (MP A3286).  La psicóloga señala que podemos considerar a la ansiedad como una “defensa organizada frente a estímulos que rompen el equilibrio fisiológico y psicológico”, y acota que la ansiedad positiva se entronca con lo cotidiano y entra de lleno en el campo de la motivación que nos hace alcanzar metas. Es un mecanismo funcional y adaptativo, así que de lo que se trata es de aprender a convivir con la ansiedad sin perder la operatividad.

Supervivencia
La ansiedad es una sensación que todos experimentamos alguna vez, especialmente cuando nos enfrentamos a situaciones en las que nos sentimos inseguros: una entrevista laboral, un examen, una consulta médica o una primera cita porque, al mantenernos en alerta, forma parte de nuestro mecanismo de supervivencia. En suma, la ansiedad es un estado pasajero que tiende a desaparecer cuando lo hace el elemento que lo desencadena. Pero atención que también puede convertirse en patología. Esto ocurre, explica Corthey, cuando aparecen ciertas manifestaciones a nivel emocional o físico.
Alteraciones a nivel emocional: nerviosismo, miedo, ira, tristeza, angustia.
Alteraciones a nivel físico: ritmos cardíaco y respiratorio alterados, tensión muscular, sudoración, sensación de inestabilidad, temblores, mareos, insomnio, mala alimentación, baja capacidad de atención y concentración, aislamiento y empobrecimiento de las relaciones interpersonales, cansancio injustificado.
En situaciones extremas: fobias, adicciones, trastornos obsesivos-compulsivos y desórdenes alimenticios, entre otros.

Manifestaciones patológicas 
Trastorno de ansiedad generalizada (TAD). Ansiedad y preocupación casi constante, incluso en situaciones no estresantes. La preocupación es intensa, irracional, difícil de controlar, persistente (al menos la mitad de los días durante al menos 6 meses) e interfieren con el funcionamiento de la vida diaria.
Trastorno de pánico. Se experimentan sensaciones de muerte o la posibilidad de quedarse sin aire.
Trastorno Obsesivo-Compulsivo. Pensamientos excesivos (obsesiones) que llevan a desarrollar comportamientos repetitivos (compulsiones). No es lo mismo regresar alguna vez a la cocina para verificar si apagamos la hornalla (puede deberse a distracción) que tener el temor permanente y recurrente a dejarla encendida, llevándonos a verificarlo una y otra vez, sin poder controlarlo. Estos pensamientos causan aún más ansiedad y generan la realización de rituales (compulsiones) para reducir el malestar. Ejemplos de pensamientos obsesivos: miedo permanente a contaminarse o contagiarse enfermedades (lo que lleva a estar lavándose continuamente las manos), dudas constantes (¿habré cerrado bien la puerta?), organizar la ropa por colores, texturas o tamaños (como en una boutique), entre otros. 
Fobias. Miedo intenso y desproporcionado a objetos o situaciones concretas. Los más comunes: temor irracional e incontrolable a los insectos; a lugares cerrados o abiertos; a las alturas; a la oscuridad; suciedad. Es un miedo inmanejable porque no es racional.
Fobia social.  Miedo irracional hacia situaciones de interacción con otros. Un buen ejemplo es la ansiedad  que incapacita para hablar en público. Quienes la sufren temen ser juzgados, criticados y hasta humillados por los demás. Algunas personas la padecen incluso para hablar por teléfono o comer frente a otros. Como no pueden controlarlo, evitan los encuentros sociales. No confundir timidez con fobia social. Según un estudio publicado en el Journal Pediatrics (2011), sólo el 12% de personas con timidez cumple los criterios de fobia social.

Diferencias
La Lic. Corthey considera importante diferenciar entre ansiedad y miedo. El miedo es el resultado de la percepción de un peligro conocido; la ansiedad es el resultado de la percepción de un peligro fantasmal inconsciente. Se tiene miedo de caerse de un acantilado porque hay un peligro real, pero se puede estar ansioso en situaciones sociales en las que no hay ningún peligro “real”. Por supuesto que ambos se pueden superponer, pero la ansiedad es fundamentalmente el resultado de sentir un peligro desconocido en una situación objetivamente no peligrosa, o menos peligrosa de lo que uno siente que es.
La profesional recomienda no confundir la ansiedad con un diagnóstico en sí, ya que ésta es sólo una manifestación de algo más complejo. La compara con tener fiebre; ésta puede ser síntoma de un catarro o infección. De manera similar, tener ansiedad es el síntoma de que algo pasa. Por lo tanto, para llegar a un diagnóstico, redondea, cuando alguien sufre de ansiedad es esencial observar la situación entera para crear una hipótesis de qué puede estar creándola.

Claves para manejar esta sensación
  • Aprender a relajarse. 
  • Aprender a respirar. 
  • Controlar los pensamientos negativos. 
  • No consumir alcaloides
  • Relajarse antes de ir a dormir. 
  • Hacer actividad física. 
  • No sobrecargarse de responsabilidades.  
  • Pedir ayuda.
Según la Lic. Gabriela Corthey, la peor recomendación es el famoso: "bajá un cambio". Cuando el médico o alguien del entorno nos lo sugiera, debemos tener en claro que si llegamos a esta situación es porque no advertimos cómo detenerlas a tiempo, advierte, y enfatiza que en este contexto, "bajar un cambio" se vuelve una misión imposible. Por eso es recomendable pedir ayuda para comenzar un proceso que nos permita aprender a vivir mejor.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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