La indignación suele llevar a perder los estribos, pero ninguna sed de revancha puede hacernos perder de vista que sin estado de derecho no hay comunidad posible.Mientras una mayoría exaltada celebraba las fotos del exvicepresidente Boudou descalzo y con las esposas puestas, mientras lo trasladaban al control médico primero y al penal después, otra parte de la sociedad se mostraba preocupada.
Y quienes se mostraron preocupados no fueron militantes del kirchnerismo ni organizaciones de derechos humanos afines al anterior gobierno sino personas que fueron etiquetadas como opositores durante los 12 años de kirchnerismo.
Periodistas como Luis Novaresio, Luis Majul (que escribió un libro durísimo sobre Néstor Kirchner), Hugo Alconada Mon, Gonzalo Aziz, Claudio Savoia o Ernesto Tenembaum, pero también personas del mundo del arte y la cultura como José Campanella, Facundo Suárez Lastra o Andrés Malamud, quienes se mostraron contrariados por la difusión de las imágenes y por la reacción revanchista con que mucha gente lo festejó.
El propio Tenembaum escribió un artículo para infobae bajo el título “Boudou en pijamas: apuntes sobre la crueldad” en el que explica su contrariedad.
“La condición humana tiene rasgos maravillosos y otros que, en verdad, no lo son tanto. La reverencia al poderoso y el impulso de patear al caído, que suelen ir combinados, forman parte del segundo conjunto”, dice en un tramo Tenembaum para añadir poco después: “Todo esto plantea un dilema. No es solo que lo natural es que una persona pierda su libertad solo cuando hay pruebas suficientes para condenarla, o por qué solo van presos los políticos y no los empresarios, o los de un partido y no los del otro, o por qué los jueces que toman las decisiones han sido tan cómplices de la corrupción co-mo los que ellos detienen”.
Solo en condiciones excepcionales una persona puede ser detenida sin que existan pruebas acabadas de su culpabilidad y nadie debe ser humillado públicamente. Son reglas del Estado de Derecho. Lo otro es revancha pura, venganza, ojo por ojo, bestialidad sin raciocinio.
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