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El bar de los Cadamuro: un referente autóctono

Por: Adriana Felici (Periodista - Directora En Familia)

Llegar a Colonia Vicente Agüero por la espléndida ruta asfaltada que se desprende de la avenida San Martín al 6400, se parece bastante a ingresar a otro mundo. Un mundo donde todo parece detenerse, donde se respira paz, donde pareciera no haber lugar para los apuros. Apenas arribados a San Durí –como lo llaman los más arraigados a las costumbres de los primeros inmigrantes-  encontramos la plaza, rodeada de la escuela, la Capilla, la sede comunal y el que en otros tiempos fuera el club social y deportivo de la localidad; hoy Bar El Ganso.
Desde 1953, este bar está en manos de la familia Cadamuro y sigue siendo un referente fuerte del lugar. Cristian Cadamuro (43), 3 hijos, casado con Norma Campitella, es hoy dueño de este lugar que, más que bar, emula a los viejos ramos generales. Cristian nos cuenta la historia de esta suerte de centro comercial de Colonia Vicente Agüero.

Inmigrantes
Sus cuatro bisabuelos fueron inmigrantes: los paternos llegaron desde Italia en 1779; un año después de la primera migración friulana. Su abuelo paterno –su nono, como él lo llama, Gabriel Arcángel Cadamuro - nació en Colonia Caroya, y fue el que comenzó el camino que el Bar El Ganso recorrió hasta esta tercera generación. “En 1951, a mi nono lo buscaron como bufetero para el club. La plaza era la cancha de fútbol, acá estaba el bufet y atrás la cancha de bochas”, describe Cristian. En el 53 el dueño le ofreció venderle la propiedad, y un tío le prestó la plata. El club funcionó hasta 1960 y después él lo convirtió en ramos generales.
Como todos los descendientes de inmigrantes friulanos, atrás de la familia Cadamuro hay un largo trazo de sacrificio: “Mi bisabuela se vino en la guerra del 14 y mi bisabuelo antes. A él y a un hermano los descargaron en la Colonia (Colonia Caroya), y se fueron a Ischilín. Trabajaron un tiempo como empleados, volvieron y ya se quedaron. Después compraron una casita en Los Chañares y empezaron a trabajar su propia tierra”, narra Cristian según escuchó de su nono.
Oscar Cadamuro –padre de Cristian- trabajó con su abuelo en El Ganso, pero falleció muy joven. “Cuando muere mi padre continuamos con mi abuelo, y cuando fallece mi nono mi madre me preguntó si me quería hacer cargo yo, y acepté”.
¿Y el nombre del local? “A mi nono le decían el ganso… Todos los vecinos tenían un sobrenombre… Estaba el ganso, la iguana, el quirquincho… Y la gente decía: Vamos al bar del ganso. Cuando hice el cartel, dije vamos a ponerle El Ganso en honor a mi nono. Y a mí –sonríe- también me dicen el ganso”. (su padre fue la excepción: le decían Quiqui).

De ayer a hoy
Lo que permite imaginar el viejo club son el largo mostrador y el amplio salón donde hoy se pueden comer minutas o tomar algo. Pero “Casa Cadamuro” ofrece -además de estos momentos de solaz- despensa, carnicería y verdulería, con el valor agregado de la elaboración propia de embutidos: “Aprendí a hacer salames y jamones de mi padre y mi abuelo”, dice Cristian y agrega que su esposa Norma –portera de la escuela primaria- se encarga de dulces, salsas y escabeches. “Todos aportamos nuestro grano de arena”, señala Cristian, definiendo a un lugar donde realmente se puede encontrar “de todo”.
Estuvo en el negocio desde pequeño. “Y como mi nono hacía reparto por el campo, desde que tengo uso de razón iba con él. Llevaba artículos de despensa, bebidas, soda… Siempre hemos sido soderos… La sodería se llamaba La Elsita por una hija de mi nono. Dejamos de fabricarla cuando él falleció”.
Cristian coincide en que Colonia Vicente Agüero –cuyo padrón electoral arroja 359 habitantes- es muy tranquila. “Por ahora esto es bueno, pero esperemos que el día de mañana se pueble más… Pienso que va a haber más movimiento… pero –suspira- si crece, se acaba la colonia de agricultores… Ya cambió… antes, en los terrenos de acá a la vuelta, yo sembraba verduras, pero ya no se puede sembrar en la zona urbana”. 
Abren de 7:30 a 22:30 (con corte a la siesta), y el bar funciona hasta la medianoche. Si bien ya no es el único comercio de artículos de primera necesidad, el lugar sigue siendo obligado para locales y visitantes.
Porque para conocer esta tierra que nació en 1910 de mano de un grupo de colonos que, a raíz del conflicto por el agua para riego, se separaron de Colonia Caroya, quizá haya que simplemente empezar por comerse una picadita en el Bar El Ganso. 
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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