No sé por qué siempre las madres repetimos esa frase ancestral que está en nuestra memoria desde que el mundo fue mundo y, a pesar de que cuando nuestra madre nos la decía, protestábamos y se armaba un ring donde el pullover o la campera era tironeada y se escuchaba: “tomá, llevála”- decía la madre. “No, no tengo frío”-decíamos. “O la llevás o no salís a ningún lado el sábado”- ya sabemos quién lo dijo, entonces esa frase determinaba el fin de la contienda… y hoy yo se la digo y se la repetí mil veces a mis hijos y no sé por qué creo que mis hijos se la dirán a los suyos y éstos a los suyos también y… así sucesivamente hasta el fin de los tiempos.
Pero sucedió que este escenario alguna vez casi provocó una tragedia… era un día de septiembre y el tiempo, como hace años, (sólo primavera para los estudiantes) comienza frío y luego va calentando hasta que a la tardecita refresca y a la noche campera o pullover… cuando no un viento zonda, que quedó dormido en agosto y ahora decidió despertar.
Me había ido tempranito a la escuela, abrigada hasta la coronilla, con una camiseta, la camisa de la escuela, un pullover y encima un saco polar con corderito, por supuesto no sin antes haber escuchado de mi madre: “abrigate que hace frío”, entonces obvio que iba calentita y encima con unos cancanes azules gruesos debajo de una pollera cuadrillé de lana y unas medias y zapatos mocasines negros (me entró el calor solo de describirlo) y aprovecho mencionar algo que, por vergüenza no lo dije antes y era que mi mamá me había hecho tejer una bombacha de lana, ¡¡¡Siiiii!!! Como escucharon, que iba arriba de la otra bombacha para…no sé para qué, porque se lo pregunté mil veces y siempre me respondía: “para que no tengas frío”, mi Diosss…!!!
La cuestión es que el agobio se empezaba a sentir y creo, ahora estoy segura que comencé a perder la conciencia y a delirar: “fa me pi ce ra “ decía yo, según me contaba mi compañera de banco que después de preguntarme con insistencia qué quería, se dio cuenta que mi coordinación no era la mejor y entonces llamó a la profe quien intentaba por todos los medios arrancarme el polar y yo no la dejaba, sólo le decía que el saco no, cualquier cosa ,pero el saco no…
Sólo recuerdo que en algún momento llegué a mi casa y que mi mamá al verme sin la campera me aseveró: “el sábado ni loca salís, vas a aprender a hacer caso”… pero claro, era mi subconsciente , no mi realidad porque lo real fue que llamaron un servicio de emergencia, que se encontraron con un equeco deshidratado y que encima la médica la retó a la profe diciéndole que cómo no se había avivado de desabrigarme y la pobre profe le intentó explicar pero la médica la miró mal y se fue y la dire llamó a mi mamá y le contó lo que había pasado y me buscó en el colegio y finalmente nos fuimos a casa.
Era el mediodía ya. El calor se hacía insoportable o la humedad mejor dicho y mi mamá con toda su hipocresía maternal me dijo: “¿Cómo no te diste cuenta de desabrigarte con el calor que hacía? ¡Mirá si te enfermabas…!!!
Lo único que sé es que la miré con mi peor cara y entonces ella dijo: “ves, ahora, por esa cara que me has puesto, no salís el sábado”.
Y me quedé como un hongo, sola, mirando la nada de la tele mientras mis amigas bailaban en “Cariño Botao”, no sin antes pasar a tomar algo por “Burbujas”.
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