Mientras uno corre por las montañas, a merced del clima, de la aspereza del sendero y de la propia cabeza que suele pedir que pares o que abandones, la meta es la llegada y el objetivo es hacerlo en un tiempo razonable que justifique todo el entrenamiento previo que se necesita para emprender una ultramaratón.
Se puede correr por correr nomás, pero también correr por los demás y así lo entendió Justiniano Achával a poco de haberse iniciado en la actividad. Sebastián Armenault, otro ultramaratonista argentino, fue el que disparó en Achával la idea de correr por un fin solidario.

“En mi cabeza giraba la noticia de la muerte de dos Niños Qom en Chaco por desnutrición, no podía en concebir semejante horror y quedarme inmóvil, quizás sensibilizado porque tengo tres hijos pequeños y no me imagino que la falta de alimentos los lleve a semejante destino”, narró Achával sobre su aporte para disminuir la desnutrición infantil.
Los wichis en el camino
En 2016, este ingeniero agrónomo que trabaja para una firma de Pergamino en Jesús María se contactó con la fundación Deuda Interna que lo acercó a una realidad mucho más dura que la de Jesús María, la de una comunidad wichi del chaco salteño que vive en condiciones mucho más precarias que cualquier precariedad que pueda registrarse en nuestra zona.
Frente a la necesidad de generar condiciones para que ese pueblo pueda autobastecerse, surgió la idea de enseñarles a producir sus alimentos en huertas orgánicas, a criar sus animales y a construir viviendas más dignas porque viven en tolderías.

Por eso, en agosto correrá una maratón durísima de más de 70 kilómetros en los Alpes Franceses, la Ultra-Trail Cote D’Azur Mercantour con 5200 metros de desnivel positivo, y encontrar donantes que ayuden a juntar el dinero que se necesita para hacer las perforaciones y dotar de agua a los wichis. Cada donante podrá comunicarse con la fundación Deuda Interna y señalarles cuánto donaron y para qué objetivo (a través de la página de facebook).
“Ver un niño sonreír es más gratificante que cruzar la línea de llegada de muchas carreras, para conseguir esa sonrisa porque su pancita no tiene hambre, hay que cruzar muchas metas”, explicó el maratonista que asegura que se entrenan las piernas, pero también el corazón, la mente, y el espíritu.
El viaje a esa maratón será posible gracias a Gaes que financió el costo del viaje para Justianiano y otros dos corredores que tienen otras metas.
“Quiero un mundo mejor y soñadores deportista con fines solidarios. Harán para mis hijos y otros niños ese mundo mejor”, completó.
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