El sábado 18 de marzo, un reducido contingente de dirigentes de la Sociedad Rural realizó una visita a San José de La Dormida donde los aguardaba Walter Ducló, vacunador de la Sociedad Rural de Jesús María desde hace más de 17 años.
En una F-100, que acusaba el trajín de infinidad de viajes tierra adentro, comenzó el recorrido que los llevaría al paraje “Las Viznagas”, en donde había que vacunar a un rodeo de 80 vaquillonas perteneciente a tres minifundios cercanos entre sí.
“Lo mejor de ser vacunador, es la variedad de paisajes que podés descubrir”, señaló Ducló al iniciar la travesía por un camino de tierra.
“El Plan Sanitario -añadió Ducló- de la Sociedad Rural de Jesús María es un plan solidario, que abarca a pequeños, medianos y grandes productores. En mi caso en particular, me ocupo de coordinar la mitad del departamento de Tulumba, desde el pie de sierra hasta los bañados de la Mar Chiquita. Más allá de la vacunación, como equipo de trabajo también tratamos de hacer extensión rural. Asesorando a los viejos productores e incentivando a los más jóvenes a quedarse. Creemos que la producción primaria debe recuperar el valor que le corresponde”.
La flora autóctona del lugar incluye algarrobos, quebrachos y mistoles, en gran cantidad y Ducló aprovecha para meter un bocado sobre la discusión de los bosques nativos: “Los del campo no vamos por el desmonte. Sabemos que todo árbol es útil y su sombra nos hace falta. Nuestras vacas no pueden pastorear con una capelina puesta”.
Al llegar a destino, puntualizó que los matorrales son la verdadera problemática ambiental y es el nudo central del debate son grupos ambientalistas e investigadores que sostienen otra biblioteca.
“Las toscas y garabatos te quitan receptividad en el suelo e impiden el crecimiento del pasto natural. Frente a este escenario, necesitás ocho hectáreas para mantener a una sola vaca, que tiene cría cada año y medio”, sinceró el vacunador en relación a la baja eficiencia que está teniendo la ganadería en el norte de Córdoba.
Pormenores de ser vacunador

Y añadió: “Un día tuvimos que pasar nadando con la conservadora a cuestas, en medio de un tormentón. Tuvimos tres días hasta poder volver (...) Hay lugares en donde no tenés caminos ni para entrar ni para salir. A mí, la camioneta se me pudrió tres veces por ese barro blanco y salado que se hace cuando llueve”.
Ducló llegó a conducir hasta 270 kilómetros en medio de parajes inhóspitos.
Infraestructura precaria y desarraigo rural

Ducló denunció que existe un escaso seguimiento en lo que se refiere a gestión de créditos: “En la zona, muchos piden un préstamo para aumentar su rodeo, pero terminan comprándose una moto. La falta de educación es un problema cultural”, alegó.
De acuerdo a sus estimaciones, de vacunarse 105 mil cabezas en el año 2001, se pasó a vacunar 44 mil en el 2016 en el departamento Tulumba, una caída preocupante del stock.
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