Por: Leonardo Rossi (De nuestra redacción)
Por quinto año consecutivo, la Coordinadora Ambiental y de Derechos Humanos de las Sierras Chicas concretó la ‘Cruzada’, recorrido de tres días que atraviesa la zona en busca de visibilizar las problemáticas político-ecológicas de la región y proponer alternativas al actual modelo de desarrollo. Avance inmobiliario descontrolado, incesantes desmontes, agricultura con uso de agrotóxicos son algunos de los ejes críticos señalados como contrarios al andar de una vida digna, en armonía con el territorio. Sin dudas, el foco principal sigue siendo el mal manejo de la cuenca, y sus brutales impactos cristalizados por ejemplo en febrero de 2015, con muertos, heridos y destrucción total de viviendas. No obstante, este hecho es entendido como parte de un complejo modelo económico, político, cultural. “La crisis hídrica y las inundaciones terminan siendo dos caras de la misma moneda. Una moneda que siempre paga la obra pública, que niega la construcción de soluciones desde la participación ciudadana y que daña a muchos y enriquece a unos pocos”, dejaron planteado en un documento los diversos colectivos serranos.
Otras soluciones, otro pensar

Por el contrario, sus críticas y propuestas tienen un sentido político, en su acepción profunda, de largo alcance. La movilización es “por un ambiente sano, libre de agrotóxicos e industrias que contaminan nuestro aire, libre de mega-mineras y canteras que destruyen nuestros cerros y ríos, libre de grandes desarrollos inmobiliarios que arrasan nuestros bosques, nuestras cuencas y nuestra memoria del agua”. En ese recorrido se hermanan “las luchas por el acceso a una tierra donde vivir y desarrollarse, la cual está mercantilizada por los grandes negociados presentes en todas las problemáticas mencionadas, que terminan por expulsar y excluir” a amplios sectores de la población. En concreto, sobre las últimas inundaciones, pero recordando que hay una larga historia en la materia, sostuvieron que “la catástrofe no fue ‘natural’: lo natural es que el agua de lluvia infiltre nuestros suelos y vuelva lentamente a sus cursos”. Pero eso se torna difícil cuando “las cuencas están siendo desmontadas, sobre-pastoreadas, incendiadas, edificadas y socavadas, desprotegiendo e impermeabilizando el suelo que pierde su capacidad de esponja natural”.
De pié, uniendo caminos

Como hecho positivo, destacan la instrumentación del Corredor Sierras Chicas, e instan a que en su puesta en funcionamiento “se cree un espacio de gestión con participación ciudadana de carácter vinculante”. “Sabemos que el camino es largo en un contexto en el que la paz está signada por intereses económicos funcionales a un desarrollo neo-extractivista y neoliberal; pero es hoy cuando tenemos que empezar a involucrarnos”, enfatizan desde la coordinadora.
A modo de manifiesto, y en una frase de profundo sentido ecológico-político, concluyen que es necesario “construir políticas públicas inclusivas desde nuestro territorio, desde abajo, desde la memoria de lo sufrido, desde la alegría de lo andado y logrado, es el camino hacia otra democracia posible, una democracia participativa”. Sierras Chicas, territorio de pié.
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