Por: Leonardo Rossi (De nuestra redacción)
Duelen las palabras de Gabriela Maturano. Frontal, sensata. Lastima ver en primera persona que hay reclamos de primera y de segunda. Que hay resoluciones expeditivas para unos (abultadas partidas ante emergencias climáticas a sectores concentrados de la producción) y silencios eternos para otros. La hija de Arturo, el remisero que perdió la vida al desplomarse el viejo Puente Centenario de Jesús María, afirma que “no hay justicia; ni siquiera terminó la investigación” del hecho ocurrido hace tres años.
Saber qué pasó
Desde la óptica de Gabriela “después de tres años sin tener una novedad es sentir que esta causa quedó en algún cajón, como si nadie se acordara”. La necesidad de respuestas de la familia se topa con Tribunales colapsados, tal como se ha manifestado en este semanario en más de un artículo, y prioridades del Estado a la hora de poner el foco en determinados temas. Para la hija de Arturo “hay responsabilidades de los distintos niveles del Estado” y “no conviene a nadie que se sepa realmente qué pasó”. “Justicia ya no creo que haya”, dice en un mensaje que parece no conmover al grueso de la comunidad local.
Descreer
El Estado local, con cooperación de la Provincia, avanzó con obras de engavionado en varios tramos de la ciudad.
Con una mirada más general de la problemática, Gabriela sostiene que “aún hay muchas obras pendientes” y cree que “está muy bien lo que se hizo, pero hasta ahora fue recuperar lo que se vio afectado” y teme que “todavía no alcance para afrontar una situación similar”.
Dos años más tarde reafirma ese sentir, más cargado por el avance del tiempo sin respuestas. “Nosotros somos nadie, ¿qué podemos hacer frente a todos los intereses que hay detrás? Cuando ocurrió el hecho estaba todo muy claro, después de tres años ¿qué más falta? Creo que no se va a saber nunca qué ocurrió con mi padre, por eso me encomiendo a Dios”.
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