La marcada división por ideas políticas sigue sin consentir terceras posiciones y enfrenta innecesariamente a vecinos en las redes sociales.
Hay personas que se ahorran una fortuna en terapeuta y, en lugar de asistir a sesiones de terapia, abren sesiones de facebook y escriben impunemente casi sobre cualquier cosa y sobre cualquier persona.
El problema es que facebook no sustituye a la terapia. En las redes está lleno de personas que psicopatean a cualquiera, que atacan con inusitada violencia, que no respetan la opinión en contrario, que emiten juicios de valor sobre meros renglones de escritura, que hacen interpretaciones antojosas, que se creen dueños de alguna verdad.
Existen, incluso, provocadores, los que tiran una piedra para desatar un escándalo, los que defienden lo indefendible, los que sostienen a muerte una ridiculez o un absurdo como demostración de carácter. En el fondo, se terminan haciendo adictos al pulgar arriba que significa “aprobación”.
El otro problema es que ese territorio impune que constituyen las redes sociales les permite sostener mentiras y sembrar más divisiones que las que generó la política en nuestro país en los últimos 12 años.

Otros, se apegaron a la letra fría de la ley para señalar que tuvo derecho a defenderse y que el proceso de destitución está previsto en las leyes. Olvidan que a las leyes las legitiman legisladores probos y jueces rectos. No todo lo que dice la ley está bien para siempre y no todos los que se apegaron a la ley fueron justos. En fin, vayan a terapia, cierren el facebook.
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