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Las ruinas jesuíticas frente al museo jesuítico comenzaron a ser investigadas por un equipo técnico

Están en el predio conocido como de Doña Pipa. Ensambladas con construcciones posteriores, hay un molino harinero que podría ser destapado.

Con la supervisión de arqueólogos de la Provincia, personal municipal de Jesús María comenzó a realizar tareas de limpieza y poda de árboles en el predio de Doña Pipa, para recuperar la estructura que tiene valor histórico, vinculado al patrimonio jesuita.
Las tareas fueron coordinadas por el arqueólogo Alfonso Uribe y la titular del Área de Patrimonio de la Municipalidad, Agustina Patiño.
“Es crucial que limpiemos el lugar para que los arqueólogos después puedan hacer su trabajo de investigación, analisis y diagnóstico para ver sobre qué podemos seguir trabajando”, comenzó explicando Patiño.
Según explicó la profesional, el municipio cuenta con un trabajo de tesis de doctorado de un arquitecto de la Universidad Católica que reúne bastante documentación y bastantes fuentes que irán cotejando con el trabajo que realizará allí la provincia. Ese trabajo realiza una suposición sobre cómo fue el sistema productivo.
Vale señalar que la zona donde se encuentran estas ruinas jesuíticas fue alambrado para poder, por una parte, evitar que la gente ingrese al predio y pueda dañar el patrimonio, pero también para dividir lo que será la parte “dura” del trabajo con el resto del espacio que podría tener una función más recreativa que no invadan las reliquias históricas ni las impacten.
“Estamos expectantes sobre qué es lo que hay, que será lo que encontremos. Nos falta información para poder saber cómo seguiremos a partir de ahora”, completó Patiño.

Un equipo interdisciplinario
Además del arqueólogo Alfonso Uribe, acompañaron el trabajo que se realizó el pasado jueves una arquitecta y una bióloga que aportan información sobre infraestructura y también sobre cómo abordar la invasión vegetal que sufrieron las ruinas.
“Lo primero es liberar toda la cubierta vegetal que está contaminando el lugar, y en una segunda etapa trataremos de descartar las construcciones anexadas, para revalorizar el original”, afirmó Uribe.
El especialista destacó además que “en el legado jesuita es muy importante poder mostrar el manejo que tenían de la energía hidráulica para  la molienda. Aspiramos a que en este predio se pueda mostrar cómo funcionaba ese sistema y que la gente pueda verlo y apreciarlo. Es muy importante la decisión de la Municipalidad de recuperar este lugar”, destacó.
“Una vez que logremos secar la vegetación invasiva seguiremos tratando de mejorar la calidad de las estructuras y a avanzar con el trabajo sobre la información específica sobre el molino”, explicó el arqueólogo.
Para el profesional, los agregados edilicios que no se corresponden a la construcción jesuítico serán removidos en etapas posteriores, siempre con la anuencia de los organismos que supervisan el patrimonio a nivel nacional y provincial.
De las ruinas, se confirmó la existencia de un molino que está varios metros bajo tierra y cuyos canales que le aportaban agua están tapados.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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