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La docencia, ésa subvalorada

Aunque los padres seguimos delegando parte de nuestra responsabilidad como educadores en la escuela, cargamos bastante contra los docentes.

Las comparaciones son odiosas porque no todas las situaciones son comparables y mucho menos si se trata de profesiones y de regiones geográficas distintas. Pero nada nuevo diremos si señalamos que en muchos países los docentes tienen mejor remuneración que en Argentina. Tienen mayor prestigio social también y un lugar destacado en la comunidad.
Pero a la par de una remuneración mejor, tienen mayores exigencias de formación, obligaciones de revalidar conocimientos, y exámenes periódicos para poder permanecer frente al aula.
Una remuneración deficiente es el punto de partida que suele justificar el desempeño deficiente en los docentes argentinos. El problema argentino es que, fácilmente, se cae en la generalización y caen en la misma bolsa los sacrificados y abnegados que los que no lo son tanto.
Pienso en mi amiga Lidia y las peripecias que hace cada semana para ir a enseñar a sus alumnos en la escuela rural del paraje Mula Muerta. Y no deja de ir, ni siquiera cuando los caminos son un desastre y ponen en riesgo su autito.
Lidia anda siempre buscando qué cosa nueva enseñarles, qué material diferente utilizar para mantenerlos inquietos por el saber. Y no importa si son 7 alumnos o 70, la entrega es siempre la misma.
Pienso en mi madre, Mirta, que pasó más de 35 años enseñando con pasión. Fue severa, casi Sargento, pero sus alumnos la tenían entre sus maestras preferidas. Pasábamos tardes enteras escuchando sus anécdotas, riendo, y sabiendo que estábamos frente a una mujer que tenía vocación por enseñar.
Como Lidia y como mi madre, estoy seguro, hay centenares de miles de docentes. Ellas no merecen nuestros cuestionamientos, nuestra falta de respeto, nuestro desmerecimiento. Para ellas, nuestros deseos de que pasen un Feliz Día, y un Feliz Cumple para mi Mamá.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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