Para muchos puede haber resultado una sorpresa que los concejales y el tribuno de la Unión Cívica Radical de Jesús María hayan aprobado sin reserva alguna el ejercicio 2015 de la Municipalidad. Sobre todo, porque basaron gran parte de la campaña electoral del año pasado en que los números de la Municipalidad no “cerraban”.
Siguiendo aquella lógica, si no cerraban durante 2015, difícilmente ese ejercicio haya podido cerrar en 2016. Y eso suponía que los concejales del radicalismo, al menos, no debieran haber prestado su voto para que el ejercicio 2015 resulte aprobado por unanimidad.
Pero, haciendo honor a la verdad, la mayoría debe estar tratando de acordarse sobre lo que dijo y prometió cada candidato durante la campaña electoral 2015. Y lo más probable es que esa mayoría ni siquiera se acuerde sobre lo que estamos señalando en estos párrafos.
Es que las campañas electorales se transformaron en territorio de impunidad. Durante ellas es posible que un candidato mienta descaradamente sin que vaya a tener condena posterior por ello.
En campaña electoral se puede prometer todo, hasta lo imposible, y no habrá condena moral por incumplimiento más adelante. No hay monitoreo ciudadano sobre cumplimiento de promesas. Nadie exige, en definitiva, que se cumpla con el programa que se ofreció a la comunidad antes de una elección.
Esta semana, le tocó quedar en contradicción al radicalismo. La próxima se le achacará al oficialismo, o al justicialismo. Porque la verdad es que nadie resiste un archivo y la verdad es que nadie está obligado a sostener lo mismo por siempre.
A lo sumo, podremos pedirles que sean honestos para siempre, cuidadosos en el manejo de nuestros recursos para siempre, celosos en la ejecución de obras para siempre, y que sean fieles a la comunidad que los eligió para siempre.
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