“Había una gran demanda, y cada curso o taller que se abre supera las expectativas”, dice Claudio Brunelli, responsable de la Escuela de Oficios del área de Empleo de Colonia Caroya. La institución, dependiente de Desarrollo Productivo y en articulación con la Universidad Popular, brinda espacios de aprendizaje en empleos como cuidador domiciliario y maquilladora, y en trabajos típicos caroyenses como elaborador de embutidos y cestería.
Primeros pasos
La propuesta había sido anticipada en el marco del lanzamiento de la Universidad Popular, como parte de las áreas de formación. Con el correr de los meses, diversas gestiones ante Nación y Provincia permitieron poner en marcha el proyecto para hacerlo realidad.
Las primeras experiencias llegaron con los cursos de poda, que incluyeron talleres prácticos en el cuidado de frutales y vides. Entre las tres jornadas realizadas en mayo participaron más de sesenta personas. El primer curso extenso que se puso en marcha fue el de cuidador domiciliario, que dura ocho meses, y finalizará en diciembre. Este espacio cuenta con la presencia docente de reconocidos profesionales de la zona, como Nancy Carrizo y Martín Tauro. “Había una necesidad de más personal capacitado para esta tarea, y por eso vemos que cincuenta personas están asistiendo”, comparte el responsable de la Escuela de Oficios.
La semana pasada se dio inicio a dos cursos más, formalizando la puesta en funcionamiento del espacio. Por un lado se comenzó un curso para formar electricistas, en donde hubo más de cuarenta inscriptos. La otra propuesta es el curso de maquillaje integral, donde se presentaron más de veinte personas interesadas. Ambas capacitaciones tienen una duración de tres meses.
Lo que viene
Para seguir con la línea que busca estimular los oficios típicamente caroyenses, antes de fin de año se abrirá un curso de producción de vinos y otro de cestería. Este último oficio está casi en extinción y la iniciativa municipal es un buen apoyo para no dejarlo desaparecer.
La última propuesta próxima a iniciarse es el curso de mozo, que tendrá una duración de dos meses. “Es un rubro en el que vemos una demanda permanente, y una fuerte necesidad de capacitación. En ese marco queremos que el aprendizaje vaya acompañado de una impronta local, es decir que haya un conocimiento de la comida y los vinos típicos que se producen en nuestra zona”, detalla Brunelli.
Como balance de lo realizado hasta ahora, valora: “Nos ha sorprendido la asistencia y las consultas en cada curso que lanzamos. Evidentemente había una demanda que cubrir”.
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