Se repite la misma gente en la mayoría de las instituciones, casi no hay renovación. ¿Por qué la gente participa tan poco en la comunidad?
Baste llamar a una asamblea para forma una cooperadora en un colegio de 900 o 1000 alumnos y la respuesta es hace mucho tiempo la misma: menos de un diez por ciento de los padres asiste y de ese diez por ciento no todos quieren formar parte de la cooperadora.
Preguntémonos qué pasa con la Cooperativa de Servicios Públicos que tiene elecciones entre listas contrarias cada muerte de obispo, casi siempre hay elecciones de lista única y los delegados son los mismos desde hace años.
Vamos a los clubes de la zona donde miles de niños compiten en básquet, fútbol, hockey, rugby, y la situación similar: ni siquiera van a ver cómo se desenvuelven sus hijos dentro de una cancha, no van a hacerles la barra, ni siquiera son hinchas de sus hijos.
Esta semana hubo una audiencia pública para pedir al gobierno de Córdoba que haga obras que beneficien a Jesús María para evitar desastres parecidos a los de las inundaciones de 2015... ¡y tampoco fue nadie!.
Se viene produciendo una apatía muy llamativa en lo que respecta a participación comunitaria. Y ésta no es una crítica, simplemente es la descripción de una realidad.
Uno podría entender que no se quiera participar en la vida de los partidos políticos o en la política en general porque no tiene buena calificación. Que uno no quiera jugarse el prestigio participando políticamente.
Pero que ni siquiera vayas cuando te convocan a pensar la ciudad que querés para los próximos 30 años es muestra más de falta de compromiso que de otra cosa.
Después, no caben las quejas sobre el funcionamiento de las instituciones. El país nunca se arregló desde la mesa de un café. El momento de participar es ahora, dónde quieras, total hay lugares de sobra desde donde poder hacer un aporte constructivo y movilizador.

Claudio Minoldo
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