Por su capacidad de generar recursos y proveer servicios ambientales, el país ocupa el puesto nueve en un ránking de biocapacidad elaborado por una organización internacional que mide la huella ecológica de 150 naciones. Sin embargo, cae al puesto 17 en la medición per cápita. El mundo entró en default ambiental el 9 de agosto. Esto significa que consumió más recursos de los que genera en un año.
Por: María Gabriela Ensinck
Si la economía se rigiera por el verdadero balance entre lo que un país tiene como riqueza natural y lo que gasta anualmente de esos recursos, el mundo estaría en default técnico. Según datos de la ONG The Global Footprint Network, la humanidad consume anualmente, más de una vez y media lo que el planeta es capaz de regenerar.
Cada año, la fecha en la que la demanda de recursos supera a la oferta es más temprano. Este año, el default ambiental se produjo el 8 de agosto, cuatro días antes que en 2015 y casi un mes antes que en el 2000. La situación se vuelve insostenible dado que "el mundo consume más y cada vez más rápido los recursos", advirtió un reciente informe de la Organización Mundial de la Conservación (WWF por sus siglas en inglés).
En el listado de países con superávit ambiental, figuran entre otros, Guyana, Bolivia, Australia y Canadá. Entre los países con mayor déficit, se cuentan Singapur, Israel, Chipre y Japón.
La situación argentina, en este estado de cuentas, puede ser mejor o peor según cómo se mire. En términos de "biocapacidad total", es decir la capacidad de mantener y renovar los recursos naturales, el país ocupa el 9º puesto del ranking mundial, y está claramente del lado de los "acreedores ambientales".
Sin embargo, cuando la medición se hace per cápita, la Argentina cae al puesto 17 por la elevada "huella ecológica" (o consumo de recursos ambientales) que tiene el promedio de sus habitantes. Hoy se necesitan 3.1 hectáreas de recursos naturales para cubrir las necesidades de consumo de cada argentino, según cálculos de TGFP; un promedio que se acerca cada vez más al de los países de mayor huella ambiental per cápita. Si continúa a este ritmo la degradación del ambiente, Argentina podría perder en los próximos años el superávit ambiental que (gracias a su extensión territorial y reducida población), aún conserva.

Argentina, si bien ratificó el acuerdo climático en abril de este año, presenta dificultades para cumplir con la reducción de emisiones. "Es clave lograr mayor eficiencia energética en el transporte, las viviendas y el sector industrial", remarcó Manuel Jaramillo, director de conservación de la Fundación Vida Silvestre, miembro local de la WWF. También es preciso lograr una reconversión de la matriz energética, hoy fuertemente asentada en los combustibles fósiles, incorporando energías limpias. La nueva ley de energías renovables, sancionada a fines del año pasado, prevé pasar de menos del 2% del consumo eléctrico actual basado en fuentes limpias (solar, eólica, biomasa), al 8% el año que viene y llegar al 20% en 2025.
El cumplimiento de la Ley de Bosques, y el diseño e implementación de modelos agrícola-ganaderos sustentables son otras de las deudas pendientes. Y especialmente, la falta de un compromiso con respecto al océano, principal regulador de la temperatura atmosférica y encargado de la absorción de gases de invernadero, en un país con más de 5000 km de costa, que obtiene recursos naturales y empleo del mar.
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