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Y la Banda sigue Copada… ¡copadísima!

La banda sigue a paso firme en los tramos finales de la grabación de su primer trabajo discográfico.

Por: Adriana Felici (Periodista)

Hola: Tu proyecto La Banda Copada fue seleccionado para recibir del INAMU (Instituto Nacional de la Música) un Vale de Producción para replicación de 1.000 discos. Esperamos que esta herramienta de fomento sea útil para que tu proyecto musical se continúe desarrollando”.
  Lo anterior es un fragmento de la nota que recibió Ariel Mansilla, a la vez profe de música y compañero de banda de los chicos del Copadi (Complejo para la discapacidad de Jesús María) que integran la ya conocida y re-conocida “Banda Copada”. Conformada por 12 personas de entre 19 y 45 años de edad, a lo que se suman los profes Ariel Mansilla y Mauricio Oprandi, la banda surgió en 2009 como inquietud de un grupo del taller de música del Copadi.
Brevemente diremos que el Copadi funciona desde el año 2005 por iniciativa y sostén de la Municipalidad de Jesús María; depende de la Subsecretaría de Salud y Desarrollo Humano a cargo del Dr. Diego Almada, y -lo principal- es que no existe en toda la provincia un lugar de estas características, ni siquiera privado, destinado a la atención de personas con discapacidad.
Detallar los logros de La Banda Copada sería extendernos demasiado. Baste consignar que actuaron en los carnavales caroyenses, en la explanada del ferrocarril de Jesús María junto a bandas de Rock y Folklore, cuando vino León Gieco con “Mundo alas”, también junto a Jessica Benavídez… que ya hicieron un “demo”, y que están en camino de grabar su primer disco. Y como nos preguntábamos cuál es el significado que tiene el pertenecer a una banda para estas 12 personas con distintos tipos de discapacidad, fuimos en busca de respuestas.
 
Habilidades y no déficit
Como lenguaje universal, la música permite que el eje no sea el déficit psico-fisiológico de la persona sino, como en este caso, las habilidades para la música, nos dice Ariel. Y agrega: El arte les permite dar saltos de abstracción que no permite la educación tradicional; les da libertad; les da motivación… motivación de estar en un grupo, de iniciar vínculos nuevos y de recibir elogios tales como “Qué bien que tocás” o “Qué bien que cantás”. Todos estos son vínculos que no se dan a partir del déficit sino de los logros, reflexiona certeramente, añadiendo que por supuesto el cantar, tocar un instrumento o bailar -y recibir el aplauso y reconocimiento del público- les genera sensaciones muy placenteras. Placer -subraya- que se completa con un objeto: el disco en este caso.

Felicidad y libertad
Magui no se pierde detalle de la entrevista. Tiene 24 años, toca el redoblante y canta en la banda. Cuando le consulto cómo se escribe su nombre se ríe con ganas y me responde: “Se escribe como se dice”.  Le pregunto qué siente ella al formar parte de la banda, y la respuesta -y una amplia sonrisa- no se hacen esperar: Felicidad.  Y añade: Siento que esto es algo propio… Bueno, es de todos (se refiere a sus compañeros de banda), pero también es mío. Y sigue hablando: Nací con ese don, asegura y se explaya: Siento que soy yo; me siento libre.
María Luisa -otra integrante de la banda- aporta: Me transmite alegría, y su compañero Oscar redondea: La banda me da felicidad; me gusta mucho cantar.
Pero como si fuera poco con tocar, cantar y bailar, los chicos también son compositores de sus temas: Es la primera vez que en Sadaic hay un registro de 14 personas que son autores y compositores, nos dice el profe. ¿Y cómo se componen los temas?, le preguntamos: Las letras se generan a partir de una tormenta de ideas, explica Ariel, quien luego se ocupa de métrica musical. Y destaca: Pertenecer a la banda les da una identidad, en este caso como artistas, y la posibilidad de acceder a la cultura, a la sociedad y a los escenarios. Y esto se pudo lograr gracias a que el Estado apostó al arte y la recreación.

Objetivos y constancia
Profe vení, una pregunta: ¿cómo se graba?, preguntaron día tras otro los chicos. La respuesta era siempre la misma, hay que seguir practicando, nos cuenta Ariel. Y practicando y practicando hicieron un “demo”. Y practicando y practicando ahora van camino del primer disco. Y después, claro, quieren ir por más: el sueño de todos es que los contraten. Para eso nos hace falta formar un equipo y tener un mánager, aclara Ariel, sin descartar que los sueños están para ser soñados... y alcanzados.  
Le preguntamos qué le produce a nivel personal y humano el tener una banda con los chicos: Disfruto mucho de ver cualquier progreso de mis alumnos que también son mis compañeros de banda.

La música también sana
Como jefa de la sección Copadi, la psicóloga María Gabriela Corthey sigue bien de cerca los progresos de la banda. Su visión sobre los beneficios que esta actividad les aporta a los chicos: Todo lo que tiene que ver con los talleres recreativos les permite el desarrollo de habilidades y de creatividad. En estos espacios pueden expresarse tal como son y descubren que tienen habilidades en distintos aspectos. Particularmente, la música permite además que se hayan podido integrar entre ellos, al punto de haber formado una banda.
¿Beneficios? Son muchísimos: cada uno tiene un rol, pueden trabajar juntos, tienen un objetivo, aprenden a esperar, a cuidar los instrumentos, a estar listos y arreglados para actuar… hay toda una preparación que tiene que ver también con hábitos, con constancia, con cumplimiento y con una rutina. Pero creo que lo más importante que les aporta es la inclusión: a través de la música ellos pueden participar de eventos en los que no hay diferencias, en los que se sienten aceptados. Porque -concluye- en el Copadi siempre decimos que el ser personas con discapacidad no significa que hagan las cosas así nomás. Todo lo que hacemos queremos que tenga buenos resultados y se mejore. Todo lo que se hace se tiene que hacer bien.
A lo que Ariel agrega: Cuando vamos a tocar a un evento, nadie presenta a La Banda Copada como “una banda de personas con discapacidad”. Es una banda y punto.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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